Punto al Arte: Tintoretto
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Tintoretto (1518-1594)

 

Renacimiento. Cinquecento. Manierismo.

Tintoretto, Jacopo Robusti, llamado Il (Venecia, 29 de septiembre de 1518-Venecia, 31 de mayo de 1594) Pintor italiano. Está considerado como uno de los máximos representantes de la escuela veneciana del s. XVI. Fue discípulo de Tiziano y de París Bordone, y se inspiró en Pordenone y Schiavone. Un viaje a Roma (1545-46), en el que conoció la obra de Miguel Ángel y de los manieristas romanos, le orientó definitivamennte hacia la expresividad dramática y los efectos lumínicos. De regreso a Venecia pintó sus primeras grandes obras datadas, La Cena (para San Marcuola; 1547) y el Milagro del esclavo (para la Scuola di San Marco; 1548), en las que su estilo participa de la tradición veneciana. De h. 1560 data Susana en el baño (Viena), y del año siguiente las Bodas de Caná. En esta época desarrolló plenamente los principios manieristas (largas figuras, composiciones oblicuas, fuertes contrastes lumínicos, colores oscuros y muy contrastados, violentos escorzos). En los tres Milagros de San Marcos (1562-66; Academia de Venecia y Pinacoteca Brera de Milán), pintados para la Scuola di San Marco destaca su concepción colosal de la forma humana. En 1564 inició un ciclo de pinturas en la Scuola di San Rocco, que acabó en 1587, y que cuenta con cincuenta y seis magníficas composiciones, algunas de las cuales hacen referencia a episodios de la vida del Santo, otras son escenas del Nuevo Testamento (Adoración de los pastores, Huida a Egipto, El bautismo de Cristo, La última Cena y La Crucifixión). Otro espléndido conjunto de sus obras se halla en el palacio de los dux de Venecia (Venecia, Reina de los Mares, El Paraíso, etc.). Ejecutó, además, numerosas obras para diversos templos de Venecia: Cristo en el limbo, iglesia de San Casiano, 1567; Tentación de San Antonio, iglesia de San Trovaso, 1577, etc.

Tintoretto fue un gran retratista, dentro de la más pura tradición veneciana de elegancia y sobriedad: retratos de Jacopo Loranzo (Milán), Vicenzo Morosini (Londres), Luigi Cornaro (Florencia), un Senador de Venecia (Prado) y de un Procurador veneciano (Barcelona, MNAC). 

La obra de Tintoretto influyó fuertemente en la evolución del manierismo europeo de la segunda mitad del s. XVI y, especialmente, en la formación del Greco

Tintoretto, un soplo de modernidad

El tercer gran hombre de esta generación de artistas venecianos de la segunda mitad del siglo XVI no parece haber merecido tanta estima en su tiempo como Tiziano y el Veronés. Sólo la crítica moderna ha comprendido toda la importancia y excepcional valía de este tercer genio singular que fue Jacopo Robusti, llamado él Tintoretto (1518-1594). De la corta biografía que de él ha conservado un autor al que ha venido considerándose como el Vasari veneciano, un tal Ridolfi, que escribió las vidas de los pintores del Véneto, se desprende que nunca fue aceptado como un igual de Tiziano y el Veronés y que, para poder trabajar a sus anchas, según exigía la fogosidad de sus concepciones, tuvo que luchar hasta el fin de su vida. Era un genio dinámico que disgustaba a las gentes, pero que acabó por imponerse. Durante toda su vida hubo de esforzarse por conseguir encargos; su cabeza y su corazón bullían de imágenes, y necesitaba vastas paredes y telas inmensas para dar forma a las ideas que se aglomeraban en su cerebro.

Batalla entre turcos y cristianos de Tintoretto (Museo del Prado, Madrid). La pintura representa la batalla de Lepanto , y está centrada alrededor del dinamismo de una diagonal. La riqueza colorista de esta pintura parece buscar el contraste entre zonas oscuras y luminosas. Entre ellas aparece la mujer raptada, que indujo a llamar a esta obra "El rapto de Elena". 

Moisés hace manar agua de la roca de Tintoretto

 


En Venecia, la gran escuela iniciada por Giorgione y Tiziano es continuada por Veronese y Jacopo Robusti, más conocido como Tintoretto, autor de grandes retratos, de alegorías mitológicas, pero principalmente de temas religiosos. En sus obras se aleja completamente del arte clásico para devenir un artista con clara identidad, al dotar a sus escenas de composiciones complejas y abigarradas.

En su Moisés hace manar agua de la roca (Mosé che fa sea turire l’acqua) encontramos su mayor énfasis narrativo. La pintura aparece cargada de un acentuado componente expresivo y un elevado dinamismo, que acerca o antecede al gusto del barroco. Tintoretto se inició en el estudio de Tiziano y seguramente allí aprendió su pintoresca técnica.

En este espacio, casi como un horror vacui, las figuras se agitan, abalanzándose y retrocediendo en posturas que vienen determinadas, no tanto por la acción que se supone deben representar, sino por la voluntad del propio artista que las maneja a su antojo.

Su afición por los bruscos y a menudos irracionales efectos de perspectiva, los violentos escorzos y las gesticulantes figuras en un agotador movimiento muscular, revelan quizás la pretensión del artista en combinar el colorido de Tiziano con el dibujo de Miguel Ángel.

En general, las obras de Tintoretto manifiestan perspectivas forzadas, al mismo tiempo que espectaculares. Los paisajes se elevan, los escenarios arquitectónicos se hunden verticalmente. Incluso en algunas estructuras se alzan oblicuamente sobre el espectador, induciéndolo hacia el interior de la escena.

El tratamiento que da a la luz, un claroscuro complejo y lleno de contrastes, es otra de las características atribuidas a su lenguaje pictórico. Hay que señalar que Tintoretto creció en el ambiente de devoción de la Contrarreforma y, por tanto, sus pinturas religiosas tienen la fuerza emocional de una revelación.

Sus obras se adecuaron como pocas en su tiempo a las nuevas exigencias de la imagen religiosa. La luz, lejos de ser un estimulante cromático de sensualidad, se traduce en una referencia de contrastes y efectos dramáticos. Su pintura se orienta a conmover más que a agradar.

Partiendo, pues, de una interpretación libre, Tintoretto crea una manera de presentar su universo figurativo en el que se unen las formas distorsionadas de sus figuras con el clasicismo arquitectónico palladiano. Este planteamiento puede observarse claramente en su Última Cena, conservada en el presbiterio de la iglesia de San Marcuola en Venecia.

Moisés hace manar agua de la roca se conserva en Städelsches Kunstinstitut de Francfort y su ejecución puede datarse hacia 1555-1560.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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