Punto al Arte: Rousseau Henri
Mostrando entradas con la etiqueta Rousseau Henri. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rousseau Henri. Mostrar todas las entradas

Henri Rousseau (1844-1910)


Rousseau, Henri Julien Félix (Laval, 21 de mayo de 1844 - París, 2 de septiembre de 1910), llamado el Aduanero. Pintor francés. Hijo de familia humilde, pasó en 1869 a ocupar un puesto de modesto funcionario de consumos (de aquí su sobrenombre), hasta 1885, en que se retiró con una pequeña pensión para dedicarse a pintar. Expuso por primera vez en el Salón de los Independientes, al que no dejó de concurrir hasta su muerte. Sus obras le pusieron en ridículo frente al público y la crítica; pero poco a poco los pintores de vanguardia comenzaron a admirar su extraña imaginación y frescura. Picasso y Apollinaire le "descubrieron" a principios del s. XX y pasó a frecuentar los mejores círculos, convencido de que era un pintor extraordinario. Entre sus obras, hay que destacar Yo mismo, paisaje-retrato (1890; Praga), La guerra (1894; Louvre) y La gitana dormida (1897; Museo de Arte Moderno, Nueva York).

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Obras comentadas


Galería
Paisaje con puente, 1875-1877

Carreta delante de molino, 1879

Tormenta tropical con un tigre de Henri Rousseau


Ningún pintor del siglo XX personifica la pintura naif como este artista, admirado en su época por Toulouse-LautrecPicasso y Matisse. Describió escenas fantásticas cómo si fueran la más vulgar realidad. Éste es uno de sus mejores logros compositivos.

(National Gallery, Londres).

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat


La encantadora de serpientes de Henri Rousseau


La encantadora de serpientes (La charmeuse de serpents) es obra de Henri Rousseau, el Aduanero, un perfecto autodidacto que supo crear una obra valiosa y sincera, y cuya inspiración en la imaginación popular y en los relatos de la época le convirtieron en el pionero de un nuevo exotismo.

Comenzó a trabajar aproximadamente en torno a 1875, y sólo hacia 1884, con ya cuarenta años, se dedicó sistemáticamente a la pintura. Sus cuadros chocaron con los convencionalismos de la sociedad burguesa del momento al recurrir a las técnicas realistas consideradas pasadas de moda. Pero esta pecu liar manera de representar la realidad fue inmediatamente valorada por muchos artistas, entre ellos por el propio Kandinsky, quien consideró a Rousseau el padre del nuevo realismo. Ya Picasso y Braque sintieron la fascinación de sus pinturas por el tratamiento simple de las formas y la ignorancia de las convenciones.

Desde el punto de vista compositivo, La encantadora de serpientes, de 1907, es uno de los mejores logros de este artista, no sólo por ser una obra más en el grupo de sus Junglas, sino también por lo que supone respecto a su concepción artística. El tema exótico se halla inserto en una visión paisajística bastante compleja de planos, con contornos definidos y un extraordinario uso del color. La vegetación parece crecer enfrente mismo de los ojos del espectador.

En lo que atañe a la iluminación destaca cómo la tenue luz lunar incide sobre la vegetación del bosque y se refleja en el agua. La figura de la mujer, de piel oscura, no recibe ningún foco lumínico, viene a ser tan sólo una silueta, la cual se adivina en medio de la selva tropical. Ella toca la flauta y no sólo hace bailar a la serpiente, sino también a las plantas que aparecen iluminadas en primer término. La pintura se transforma en una misteriosa jungla llena de poesía y ensueño. El lienzo transmite un grado de irrealidad y fantasía.

A pesar de que sus fuentes de inspiración fueron tarjetas postales, cromos de almanaques e incluso fotografías, su profunda imaginación transformaba las pinturas en sueños llenos de gracia, ingenuidad y misterio. La exuberancia y el exotismo que desprende la representación hizo pensar que pudiera haber viajado hasta estos lugares que le hubieran permitido el conocimiento directo de esta naturaleza salvaje. Sin embargo, nunca viajó fuera de Francia, para él no existió más realidad que la del Jardín Botánico de París, que le sirvió de modelo y guía para sus estudios de vegetación.

De gran calidad pictórica así como un profundo espíritu simbolista, la obra se inspiró en un relato de la madre del pintor Delaunay. Parece que Rousseau ideó el cuadro tras haber oído de labios de la señora Delaunay la historia de su propio viaje a la India; pero importa recordar también que sobre aquellos años precisamente algunas encantadoras de serpientes se habían exhibido en París, en el circo Molier. Por tanto, es posible que acudiese a estos exóticos espectáculos para dar nueva forma a su arte.

Expuesto en el Salón de los Independientes de 1907, perteneció al coleccionista Jacques Doucet hasta la adquisición por el museo francés, donde ingresó en 1936.

Este óleo sobre lienzo de 169 x 189,5 cm conservado en el Musée d'Orsay, en París, de colores planos y alegres, es un magnífico ejemplo de lo que ha convenido en llamarse arte naif.


Texto extraído de: Historia del Arte. Editorial Salvat

La gitana dormida de Henri Rousseau


Realizado en 1897, el autor, con su típico candor, lo describe así: "Una negra vagabunda, tañedora de mandolina, con la jarra a lado ... duerme profundamente... Un león que pasa por casualidad la olfatea sin hacerle daño".

(Museo de Arte Moderno, Nueva York)


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La boda de Henri Rousseau


En este grupo familiar, la novia parece suspendida en el aire y, del perro, en primer plano, sólo se destacan los ojos. El grupo está enmarcado por unos árboles estilizados que, junto con el césped florido forman el escenario natural de la composición.

(Musée de I'Orangerie, París)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

La guerra de Henri Rousseau


Pintada en 1894, es una de las más importantes obras por su fantasía, inspirada quizás en la lectura de Jarry, y también una de sus más grandes telas (114 x 195 cm). La leyenda dice: "Pasa aterradora sembrando desesperación, llanto y ruina".
(Musée d'Orsay, París)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Punto al Arte