Punto al Arte: Ernst Max
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Max Ernst (1891-1976)



Ernst, Max (Brühl, Alemania, el 2 de abril de 1891 - París, Francia, el 1 de abril de 1976) Pintor alemán, nacionalizado estadounidense en 1948 y francés en 1958.Después de haber formado parte del grupo dadaísta, entró en contacto en París (1922) con los surrealistas y se convirtió en uno de los artistas de este movimiento que mejor ha plasmado sus características. Encontró el equivalente del automatismo psíquico en pintura con el procedimiento del frottage (el lápiz frotado sobre el papel hace aparecer las vetas de la madera, la trama de los tejidos, etc., situados debajo). Estas manchas, utilizadas y completadas hábilmente, le ayudaron a producir obras en las que aparecen paisajes y animales extraños de un mundo misterioso (serie de la Histoire naturelle, 1926). A partir de 1936 (Nymphe Echo) y, sobre todo, después de su estancia en Estados Unidos (1941-1949), adonde se trasladó para huir de la persecución del régimen hitleriano, las preocupaciones plásticas adquieren mayor importancia en su obra, sobre todo a través de la creación de un mundo personal en el que madréporas y extraños animales se combinan con plantas que se transforman en insectos, ofreciendo la visión de un planeta fantástico, a veces horrible y patético. Cultivó con especial acierto las técnicas del collage. Autor asimismo de algunos libros, entre los que destaca Écritures ( 1970), recopilación de poemas acompañados de dibujos. 

Sin duda, Max Ernst estaba predestinado a convertirse en el "ilustre forjador de sueños", por utilizar la expresión que él mismo dio como título a una de sus obras. Cuando era niño, de noche, antes de dormirse, contemplaba con fijeza un panel de caoba colocado a los pies de su cama y, en las vetas y nudos de la madera, descifraba escenas fabulosas: "un terremoto muy suave", "muchachas en posturas bonitas", "100.000 palomas". Estas visiones de somnolencia reaparecieron con mayor intensidad en 1925, cuando Max Ernst, contemplando en Pornic, Bretaña, las tiras de parquet de su cuarto del hotel, raídas y desteñidas, pensó en poner sobre ellas una hoja de papel de dibujo y restregarla con la mina de lápiz. Obtuvo así la impresión de la estructura desigual que había excitado su espíritu. Ya no quedaba más que "leer" en las formas así obtenidas el paisaje o el tema imaginarios, adaptarlas con acentuaciones o con retoques a las exigencias de la inspiración, fijándolas por fin en su ser con la ayuda de un título tan extraño como la misma imagen. El frottage así inventado provocaba en Ernst "la irritación de sus facultades visionarias" y le permitía "asistir como espectador al nacimiento de la mayoría de sus obras".

Como Marcel Duchamp, Max Ernst siempre tuvo por Leonardo da Vinci una admiración sin reservas, y fue en su Tratado de la pintura donde halló desde el principio la justificación de su propia búsqueda: "No es de despreciar, en mi opinión, si te acuerdas qué aspectos, ciertas veces, te has parado a contemplar en las manchas de las paredes, en la ceniza del hogar, en las nubes o arroyos: y si los consideras atentamente descubrirás en ellos inventos muy admirables.". Hay ahí el reclamo imperioso del valor absoluto de las grandes analogías, cuyo sentido ha sabido encontrar de nuevo el surrealismo y que el poeta-pintor Max Ernst supo poner en evidencia, con una capacidad de renovación sin igual a lo largo de toda su vida. Collagesfrottages, calcomanías y ensamblajes, todos los procedimientos que en cualquier otro no constituirían más que técnicas, pertenecían para él al nivel de las "operaciones", como si su mano de zahori hubiese sido capacitada espontáneamente por alguna iniciación alquimista. Sorprendió considerablemente que en 1957 Bretón, suspicaz y febril, consintiera, a petición de algunos estúpidos que le acompañaban entonces, en "excluir" a Max Ernst del surrealismo. Se trataba, según la expresión deTalleyrand,"de algo peor que un crimen: un error", pues él era el auténtico "Mago del Surrealismo".



Jardín traga-aviones de Max Ernst (Colección Simone Collinet, París). Para este artista, la naturaleza jamás fue un refugio plácido. Desde la jungla donde anida una fauna terrorífica hasta los minerales que se mueven, el tema de la naturaleza carnívora halla su máximo exponente en esta acuarela de 1935, que pertenece a la serie de este título. 

Capricornio de Max Ernst


Obra realizada en 1948 por este polifacético artista -pintor, escultor, escritor- que fue uno de los fundadores del grupo surrealista. Su obra es variada, multiforme, caracterizada por un inacabable afán de invención que le llevó tanto a descubrir objetos y a unirlos en extrañas composiciones totémicas como a modelar grandes divinidades de un raro sabor arcaico. 

(Museo Nacional de Arte Moderno, París). 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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