Punto al Arte: 08 El retorno de la pintura
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El retorno de la pintura

Una de las aportaciones esenciales que se dio en el devenir de las artes a partir de la década de los años ochenta del siglo XX, fue la reaparición de la pintura. La pintura como género artístico nunca dejó de producirse, pero durante la década de 1970, la mirada de la crítica y del público en general se centró sobre todo en los discursos semi-escultóricos o espaciales de los artistas "minimal", conceptuales y "povera". Los años anteriores al retorno de la pintura se llenaron de obras efímeras, acciones que delimitaban el mismo lenguaje del arte y que querían mostrar, desde un punto de vista intelectual y ordenado, su propia dialéctica interna.

Este retorno de la pintura no fue producto de una intensificación de la actividad pictórica, sino más bien de una voluntad, por parte de la comunidad artística, de retomar la atención en la pintura como técnica capaz de expresar ideas nuevas. Un retorno del interés por este medio plástico, que hace que vuelva a situarse justo en el centro de los medios de comunicación, de los textos críticos y de las exposiciones en galerías e instituciones. Curioso es, sin duda alguna, que tras unos años en que el arte se extendía en reflexiones lingüísticas y buscaba nuevos medios de desarrollo no tradicionales -video arte, arte por ordenador de pronto una técnica como la pintura sea una de las puertas de entrada hacia la investigación de los artistas más jóvenes. Estos pintores no han negado la influencia y validez de las propuestas conceptuales y "minimal" de aquella década, ya que siguieron coexistiendo hasta 1990 sin que se produjera una oposición entre estas líneas expresivas. Para la pintura, el gesto efímero y la acción inmaterial fueron la atmósfera propicia o el preámbulo reflexivo necesarios para sus nuevas propuestas.


Nocturno con Luna de Víctor Mira
(Cortesía Galería Joan Prats, Bar-

celona). A partir de la década de 

1980 retornó el interés por la pin-
tura. Víctor Mira condensa una re-
presentación del mundo perturba-
dora y metafórica.
La pintura, en manos de artistas jóvenes, recuperó el papel de técnica fundamental que aglutina toda una serie de nuevas posturas frente al mercado, la tradición y la relación entre artista y arte. Será, pues, una vuelta, pero desde una postura radicalmente diferente a la mentalidad pictórica de mediados de siglo. Este nuevo espíritu creativo ha sido llamado de manera muy genérica como "postmodernismo", concepto que engloba una gran cantidad de ideas que serán totalmente aplicables al caso de la pintura y, cómo no, al de la arquitectura, el diseño y la escultura. Este término define un momento de cambio e indica una actitud opuesta a la que tuvieron en su momento los movimientos de vanguardia.

En la Documenta 6 de Kassel, de 1977, se observó por primera vez, con cierta angustia, el desconcierto artístico frente a lo que se evidenciaba como una época postconceptual. Tras los discursos ya claros de los artistas "minimal", "povera" y conceptuales, se extendía un vacío que ni críticos ni artistas sabían cómo llenar. Fue un momento de confusión en el que no se divisaba futuro alguno para las artes. Entre la sexta y la séptima Documenta de Kassel se realizaron varias muestras que irían conformando lo que sería esta vuelta a la pintura: en 1978 se organizó la muestra titulada "Bad painting"en el New Museum de Nueva York; en 1980, el pabellón alemán de la Bienal de Venecia presentó las obras de Baselitz y Kiefer -dos de las figuras esenciales de lo que luego se denominaría "Nuevos Salvajes"-, y en 1981 y 1982 se organizaron dos grandes exposiciones que acabaron por definir las nuevas líneas expresivas, "A new spirit in painting", en la Royal Academy de Londres, y "Zeitgeist", en la Martin Gropius Bau de Berlín. Cuando en 1982 se realizó la Documenta 7, ya estaba clara la convivencia, por un lado, de las obras conceptuales,"minimal", accionistas, de Land art y "povera", y por otro, la nueva figuración alemana e italiana, y se anota convivencia que no oposición, porque realmente no existió una actitud de enfrentamiento o de negación. En 1982, la pintura alemana y la italiana mostraban una nueva figuración narrativa llena de influencias, pero con nuevas pretensiones: se volvía a la técnica tradicional -pintura, dibujo, grabado-, y se recuperaban los contenidos románticos y primitivos, pero, sin duda alguna, lo que no podría recuperarse era la ingenuidad de tiempos pasados. Así pues, la pintura cargaba el acento en la búsqueda subjetiva del artista y en expresar sus experiencias y memorias frente a la realidad cotidiana y frente al arte anterior, pero sabiendo que esta postura no era nueva y que se trataba de una ficción.

Meándrico con evasión esmeralda de Luis Gordillo (Museo de Arte Contemporáneo, Barcelona). La experimentación continua en la pintura y su legitimidad desde el punto de vista teórico hallan en el trabajo de Luis Gordillo un cauce figurativo de gran influencia en el panorama artístico de Madrid durante la década de 1960. Pionero de la nueva figuración madrileña, parte de la experiencia del dibujo automático y traslada las imágenes al lienzo y las rellena de color. Pero intenta crear unas formas que se alejen del planteamiento irreflexivo del informalismo y de cierta parte de la nueva figuración.

La pintura como tal había seguido existiendo durante la década de 1970 en manos de diversos artistas, entre los que cabría señalar a Claude Viallat, del grupo francés "Support-Surface", los cuales, herederos de los postulados de de Kooning, Morley o Stella, redujeron el resultado de su actividad plástica al grado cero de la materialidad, postulando un nuevo reduccionismo muy de acuerdo con el espíritu sintético y sobrio de las obras conceptuales. Por otro lado, la pintura abstracta continuaba evolucionando, como por ejemplo en España, en manos de los seguidores del informalismo, del grupo El Paso y de la Escuela de Cuenca.

Para definir genéricamente esta nueva pintura que tomaba auge, en primer lugar, en Alemania e Italia, y después en el resto de países europeos y en Estados Unidos, podría decirse que su característica más evidente es el retorno a una figuración narrativa y sensual que no demostraba ningún interés en omitir detalles, ornamentos, objetos y símbolos. Al pintor de 1980 le interesa sobre todo recrear su mundo personal, sus experiencias -vividas o imaginadas- frente a la naturaleza, y para ello recurre a la memoria como punto de inflexión entre la realidad y la ficción. La imaginería de estos artistas es fruto de su subjetivismo, del espectáculo de su intimidad repleto de aspectos cotidianos o elementos que operan como símbolos. El artista tiende a mostrarse nuevamente en la tela manifestando su "yo" de muy diversas maneras: referencias autobiográficas, incorporación en el soporte de objetos que lo rodean como prolongación de su propio cuerpo, reflexiones antropológicas o genealógicas... Se trata de mostrar espacios de su territorio personal que, en muchas ocasiones, no quedan estructurados de manera lineal, sino que se encuentran aislados y son de difícil interpretación: la pintura actúa como el laberinto de conceptos y sensaciones del presente del pintor, y cada artista subraya su microcosmos particular, el grupo al que pertenece o la minoría de la que participa. Frente al pretendido internacionalismo de las vanguardias, podemos observar un cierto retorno a los fenómenos locales, a la reflexión de un sistema social y cultural determinado que quiere definir sus códigos cotidianos.


El repertorio o El relicario de Miguel Angel Campano (Colección particular). Obra de 1989, en la que la presencia lineal de las figuras se superpone a una composición de amplias zonas cromáticas. La obra de este autor se inscribe plenamente en el resurgir de la pintura narrativa y es un ejemplo de síntesis entre la abstracción gestual y la figuración constructiva. El autor utiliza el dibujo, la tinta china y el co//age como medio de experimentación, y siempre intenta que su pintura tenga una carga emocional que excite al espectador.

Otro de los aspectos característicos de esta pintura es la postura específica del artista frente al pasado cultural y a la modernidad. Desde su inequívoco presente, el pintor busca y selecciona imágenes de la tradición plástica y literaria de muy diversas procedencias, y las encola en su propia obra sin evitar la mezcla de estilos o conceptos.

El pasado y la historia son ese terreno común al que se puede recurrir sin que por ello deba militarse en una sola tendencia. Esta actitud de bricoleur muestra una evidencia más profunda: que no existe una sola verdad, una sola respuesta frente a la realidad. El eclecticismo de referencias a estilos del pasado no es más que una visión fragmentaria de la historia que hace partícipes del frenesí a los individuos de la sociedad, en la que la invasión de imágenes a través de los medios de comunicación sería una de las posibles causas de la despersonalización o carencia de sentido de los temas elegidos. El artista opera como ensamblador de la pluralidad atendiendo únicamente a sus experiencias personales como respuesta a la incapacidad por desvelar la verdad absoluta.

El pensamiento y la pintura de Guillermo Pérez Villalta (Galería Soledad Lorenzo, Madrid). Pintado en 1988, las obras de esta época testifican el fin de las vanguardias, su eclecticismo formal y la disparidad de propósitos. Integrante de la nueva figuración madrileña, Pérez Villalta combina con color y luminosidad los interiores y los exteriores, y hace que sus personajes se muevan dentro de escenografías teatrales. Su vocabulario figurativo tiene fuerte carga narrativa. "Los cuadros están hechos para estar en lugares de meditación", dijo el autor.

El espíritu de mezcla hace que, en muchas ocasiones, el trabajo de estos pintores no resulte unitario y coherente, sino que incluso a veces puede presentarse como contradictorio, ya que es el reflejo de un mundo lleno de cambios, donde a cada instante -en cada presente- los fragmentos varían y se organizan de manera diversa.

El pintor de la década de 1980 tiene, pues, influencias muy variadas, y que generalmente se concretan por países: los alemanes se sienten fascinados por la pintura romántica, por la crítica expresionista de Die Brücke y por la introspección de Der Blaue Reiter; la pintura italiana retoma a un tiempo imágenes del futurismo, de la pintura metafísica, de la del Trecento, del barroco, del manierismo y del arte popular; los estadounidenses recrean escenas del realismo ingenuo decimonónico, del expresionismo abstracto, del Pop art, de los mass-media y del kitsch. Es decir, el pintor indaga en su pasado histórico imágenes que le afecten particularmente y las utiliza sin ningún prejuicio de coherencia o unidad temática y estilística.


Sin título de Jordi Teixidor (Banco Exterior, Requena). El autor, uno de los fundadores del Museo de Arte Abstracto Español, consideró la pintura como un espacio que debe sumir al espectador en un estado meditativo, en la línea de autores comMark Rothko. El autor vivió desde 1979 y durante varios años en Nueva York. Allí tuvo contacto con los expresionistas abstractos, estando su pintura influida por el trascendentalismo. En la nueva pintura de la década de 1980 cada artista subraya su microcosmos particular, su "yo" de muy diversas maneras.



En España, el período de deslizamiento hacia la pintura se concretó de 1976 a 1980, bajo la influencia de la pintura abstracta de la Escuela de Cuenca, y de las figuras de Gordillo y de Tapies, y se concretó en muestras como la organizada por la Galería Maeght en 1976, donde participaron los pintores Tebddó, Quejido, Salinas, Abril, Mejías, León, Broto, Grau, Rubio y Tena. Esta exposición definía el interés de estos artistas por explorar analíticamente la naturaleza de la pintura y legitimarla desde el punto de vista teórico.

A diferencia de los pintores alemanes e italianos, que aparecieron en el panorama artístico internacional agrupados bajo nombres específicos, la pintura española, como también la estadounidense, no puede efectivamente clasificarse bajo ningún nombre genérico. Los pintores españoles aparecen como figuras aisladas que, de ningún modo, son representativas de líneas formales o conceptuales.

A partir de 1980, la antigua polémica entre pintura abstracta y figurativa deja de tener vigencia y asistimos a la eclosión de diversas actitudes artísticas, alejadas las unas de las otras, que coexisten pacíficamente sin crear escisiones de ningún tipo.


Sin título de Xavier Grau (Banco Exterior, Barcelona). Miembro del grupo Trama, constituido en el panorama artístico de la década de 1970 y referente abstracto de la época. Desarrolló su labor bajo la influencia de disciplinas como el marxismo, el psicoanálisis y la semiótica. El autor se enfrenta a la tela sin apenas bocetos previos; prefiere la estrategia de partir de la superficie neutra o de la mancha para elaborar una idea pictórica más compleja. Su pintura propone un orden entre el caos aparente de la libertad del color y el instinto gestual.


Humo de cocina de Miquel Barceló (Colección particular, Barcelona). Obra realizada en 1985. Barceló ha trabajado con gran cantidad de materiales. En la década de 1970 fue considerado un autor conceptual, derivando en la de 1980 a un estilo neoexpresionista. Sus pinturas reflejan un desplazamiento de los temas autobiográficos hacia interrogantes filosóficos sobre el tiempo, el movimiento y la memoria cultural, de intensa factura. Según el autor, sus pinturas giran en torno a dos conceptos esenciales: la vida y la muerte.

En Madrid, la carga narrativa y realista fue protagonizada por Guillermo Pérez Villalta (Tarifa, 1948), que desarrolló una pintura de reelaboración de la cultura emblemática tradicional. José María Sicilia (Madrid, 1954) presentaba una obra que sintetizaba, por un lado, una investigación matérica, y por otro, una intención más constructiva y ordenada bajo formas geometrizantes. Este pintor será el artista de tensiones controladas que investigue tanto la tradición más puramente española como también la francesa -Delacroix, Courbet, Cézanne-. Quien elaboró un tipo de imágenes a caballo entre la figuración y la abstracción fue Miguel Ángel Campano (Madrid, 1948), iniciado en un minimalismo constructivo, que más tarde desembocaría en abstracción impulsiva y vital gracias a las influencias de Kline y Motherwell, para luego dar paso progresivamente a la figuración. Campano sería el ejemplo de la síntesis sin escisiones entre la abstracción dramática y la figuración constructiva. Otros artistas del grupo madrileño que deberían ser señalados por su repre-sentatividad dentro del panorama pictórico español son: Alfonso Albacete, Carlos Alcolea, Chema Cobo, Carlos Franco, Juan Navarro Baldeweg, Soledad Sevilla y Jordi Teixidor.


Sin título de Ferrán García Sevilla (Galería Juana de Aizpuru, Madrid). Inició su trayectoria artística en el ámbito de las investigaciones conceptuales y teóricas, para pasar más tarde a la práctica de la pintura. Elabora un discurso que adopta a la vez formas figurativas y signos abstractos. Su obra fluye sin límites, con una figuración a base de formas esquemáticas, representando objetos de forma intuitiva y con una ironía y simbología propias. 

El núcleo de Barcelona ofreció también ejemplos claros del retorno a la pintura. La línea más abstracta, influida por el informalismo tapiano y la abstracción estadounidense, fue retomada por Xavier Grau (Barcelona, 1951) y José Manuel Broto (Zaragoza, 1949). Sin embargo, los artistas catapultados hacia la cotización internacional fueron aquellos que habían elaborado un discurso figurativo. Este es el caso de Miquel Barceló (Mallorca, 1957) que, tras su paso por la Documenta de Kassel de 1982, se erigiría como el representante de los valores neoexpresionistas en España. Ferrán García Sevilla (Mallorca, 1949) constituye un ejemplo claro de un artista que, iniciado en una línea de investigación analítica, conceptual y teórica en los años setenta, desarrolla en esta década un discurso pictórico que juega entre la forma figurativa y el signo abstracto, sin realizar en ningún momento un proyecto global de toda su carrera. Sergi Barnils (Guinea Ecuatorial, 1954), pintor en floración, tiene una obra que se puede calificar de constructivista, simbolista e incluso surrealista. Dentro de la escena figurativa de Barcelona cabe mencionar a Víctor Mira (1949-2003), pintor que se inclina por imágenes de fuerte contenido dramático mediante símbolos como las heridas o la figura emblemática de la soledad.

La mansió inmutable de Sergi Barnils. Realizada en 2002, la obra de Barnils puede calificarse de constructivista, simbolista e incluso surrealista. Nacido en Bata (Guinea Ecuatorial), su pintura está caracterizada por un cierto aliento espiritual, por la estilización y la influencia del arte africano. Tras un largo aprendizaje que le enfrenta con las mayores corrientes del arte, llega a una síntesis más personal entre los colores, el diseño, la geometría, intentando expresar la búsqueda de la alegría y la belleza.

En Galicia, el entusiasmo por esta técnica se concretó en la obra de artistas como Antón Patino, Antón Lamazares o Menchu Lamas (Vigo, 1954). Esta última opta por una figuración simbólica de gran esquematismo y gestualidad que puede hacer recordar el mundo creativo de Miró o de Klee. Juan Suárez (Cádiz, 1946), junto con José María Bermejo, Manuel Salinas y Manolo Quejido, formaría parte del grupo andaluz con una obra claramente abstracta que combina una gran construcción colorística con elementos de intimidad.

En Estados Unidos tampoco se puede hablar de grupos aunados por una ideología crítica y nombrados genéricamente. En este país destacan una serie de pintores que ascenderán meteóricamente en el mercado internacional apoyados evidentemente por una infraestructura política y económica muy poderosa.

The wild bunch de David Salle. La pintura estadounidense se apropia de manera ecléctica de todos los factores culturales que definen su sociedad. Desde la tradición del expresionismo abstracto, pasando por la iconografía pop, las raíces autóctonas, los mass-media o el lenguaje de los graffiti. David Salle utiliza de modo fragmentario en esta obra, realizada en 1982, motivos extraídos de esta suma de interferencias. Sobrepone imágenes, técnicas y conceptos. Perteneció a la corriente de la New lmage Painting (Nueva Pintura Figurativa). que respondió en la década de 1980 al minimalismo y al conceptualismo recuperando la pintura.


El espíritu ecléctico y postmodernista en Estados Unidos surge principalmente bajo la influencia de dos artistas: Andy Warhol, que había definido los nuevos iconos contemporáneos, y Rauschenberg, que no había dudado en introducir referencias de Rubens en su obra. Hay que recordar que el peso del "minimal” y conceptual en este país fue decisivo durante toda la década anterior, y que por ello la reaparición de la pintura fue posterior a la acaecida en otros países. Hay ejemplos de pintores estadounidenses que ejercieron dicha técnica durante esta época, y que establecieron el vínculo entre la pintura abstracta de posguerra y la de los nuevos pintores. Este sería el caso de Cy Twombly, artista que no cesó en su empeño por definir una abstracción lírica de una fuerte sutilidad poética combinada con el temple constructivo.

Ante el artista estadounidense se extiende toda una serie de imágenes pertenecientes a su pasado y presente cultural, que no duda en apropiarse de manera ecléctica. El expresionismo abstracto, el Pop, los mass-media, el kitsch, las imágenes procedentes del cómic y todos los símbolos de la sociedad consumista, son las referencias utilizadas de manera fragmentaria por estos pintores.

Los besos de tu amor de Julian Schnabel (Galería Soledad Lorenzo, Madrid) En su obra se pueden observar elementos de la tradición europea y otros nuevos, de la estadounidense, y no sólo el influjo directo de expresionistas abstractos como Jackson Pollock, sino también de los muralistas mexicanos. Su estilo fue cambiando radicalmente, desde sus inicios que le hicieron famosos por sus cuadros de platos rotos como fondo de sus pinturas, hasta la incorporación progresiva de una imaginería de signos míticos y religiosos ligados a su historia personal y la del arte y la cultura. Elaboró tanto la imagen abstracta, tal y como se aprecia en este cuadro, como la figurativa. 


To repel ghosts de Jean-Michel Basquiat (Colección particular, Barcelona). La obra de este autor define algunas de las actitudes más significativas del celebrado retorno, durante la década de 1980. de la primacía de la práctica pictórica. En este cuadro de 1986 confluyen la tradición del expresionismo americano, el lenguaje de los graffiti y las mitologías personales del autor.  

Uno de los casos ejemplares de ello es David Salle (Oklahoma, 1952), quien superpone todo tipo de imágenes y técnicas creando una visión caótica de la sociedad. Tampoco al pintor Julián Schnabel (Nueva York, 1951) le interesa definir una identidad pictórica, ya que precisamente la carencia de identidad es el centro de sus investigaciones, expuestas claramente en su serie de  Platos Rotos. Jean Michel Basquiat (NuevaYork, 1960-1988) representa el modelo ejemplar de joven artista estadounidense que asciende vertiginosamente hasta la cima del estrellato, después de participar en la Bienal de Whitney y bajo la protección de Andy Warhol.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Miquel Barceló y el neoexpresinismo español

Long Island Crab de Miquel Barceló

La repercusión del nuevo auge de la pintura en España ha sido francamente importante, y algunos de los mejores pintores hispanos han entrado con fuerza en el mercado internacional, siendo en la actualidad figuras reconocidas y valoradísimas; tal es el caso del mallorquín Miquel Barceló, nacido en Felanitx en 1957.

Barceló es el máximo representante del neoexpresionismo español, aunque empezó vinculado al ámbito conceptual a partir de la década de 1970, algo que hicieron también bastantes artistas jóvenes que también triunfaron como pintores, cuando se unió al grupo Taller Llunatic de Palma de Mallorca. Pero Barceló tuvo éxito muy rápidamente y de forma espectacular en la década de 1980, con una obra expresionista progresivamente personal, en la que abundan los tonos cálidos y terrosos y las referencias al paisaje, tanto del mundo mediterráneo como posteriormente, a partir del 1988, del africano. Su primer viaje de seis meses por África, en compañía de los artistas Javier Mariscal, Pilar Tomás y Jordi Brió, marca un punto de inflexión en su meteórica trayectoria. A partir de entonces incorpora materiales -pigmentos locales y sedimentos fluviales- y temáticas africanas en su obra, que culminarían con el establecimiento de un taller en Mali, donde reside periódicamente. Anarquista de corazón aunque aborrece la política, detesta el sistema de ayudas de las ONG para el Tercer Mundo porque considera que es la forma con que Occidente evade sus responsabilidades ante las víctimas del colonialismo.

Es innegable en el estilo de Barceló la influencia del informalismo, aunque el mallorquín nunca renuncia a los motivos figurados, y también se encuentran rastros del surrealismo sígnico. Las referencias del pasado, tan características de las postmodernidad, aparecen pues claramente en su obra, como también una característica disolución entre figuración y abstraccionismo. Estos conceptos claves de su producción pictórica se identifican con los ciclos primordiales de vida y muerte, según los cuales Barceló basa el sentido metafísico de sus creaciones.

Una de sus obras más representativas, Long lsland Crab, paralela en tiempo, tema y estilo a su Paisaje con cangrejo, es una composición pictórica de técnica mixta sobre tela elaborada en 1987, a los 30 años de edad, justo antes de abandonar su taller de Nueva York e instalarse en París. Siempre al filo de la vanguardia artística, el artista balear retoma aquí algunos de los temas de sus etapas pretéritas, como el dibujo de insectos y moluscos, y la combinación brillante de gruesas capas agrietadas de pintura, evocando una intensa dialéctica de composición y descomposición material. Actualmente se halla en una colección particular.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El papel de la industria cultural

Aspirador industrial de José María Sicilia (Congreso de los 

Diputados, Madrid).
El despliegue espectacular de la industria cultural en la década de 1980 es otro de los aspectos esenciales que ha afectado a la pintura de manera determinante. El arte se ha convertido durante esta época en un bien comercial que genera beneficios y que, como tal, tiene que ser tenido en cuenta por los inversionistas y las instituciones -54 millones de dólares se llegaron a pagar por Los lirios de Van Gogh-. El éxito, traducido en dólares, será una de las metas claras del artista joven. Ejemplos de esta mutua colaboración entre pintura y dinero-éxito puede observarse fácilmente en casos como los de Jean-Michel Basquiat, Miquel Barceló o José María Sicilia. Se trata, sin lugar a duda, de la aplicación de la publicidad, el marketing y los mecanismos comerciales al ámbito artístico.

Por otro lado, se podría mencionar, y en el caso de España es evidente, la rápida concienciación de los gobiernos e instituciones de la necesidad de mostrarse como "país moderno" a través de la cultura plástica. En España, el retorno a las técnicas tradicionales coincidió con esta nueva conciencia institucional, lo cual benefició enormemente al arte desde el punto de vista comercial. El pintor no se sentía excluido del progreso general de la sociedad y, aunque deseara mantenerse al margen, no podía evitar el contacto, directo o indirecto, con el comercio. Pintura y juventud quedaron estrechamente unidos por este nuevo signo de éxito profesional.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Los "Nuevos Salvajes" alemanes

En Alemania, la pintura realizada durante la década de 1980 fue rápidamente asimilada como bloque por críticos e instituciones, de manera que se presentó ante el público como un cuerpo artístico dotado de ideología y de un nombre específico: Los "Nuevos Salvajes". El regreso de la pintura figurativa alemana fue una respuesta contundente y diferenciadora frente a los valores impuestos por la abstracción estadounidense, y muestra el deseo de recuperar la identidad cultural de esta nación, tan rica en pintura figurativa durante el siglo XIX y en los primeros años del siglo XX.

En 1967, Joseph Beuys fundó el Partido de los Estudiantes Alemanes, donde se agruparon artistas contestatarios que realizaron acciones efímeras, performances y happenings, y aquí se fue gestando lo que en un futuro sería la ideología de los "Nuevos Salvajes", sirviéndose de las reflexiones conceptuales, experimentales y lingüísticas para desarrollarse y nacer: el acto de pintar sería la gran metáfora de la crítica social realizada por el grupo de Beuys.

FAC de Joseph Beuys (Colección Staeck). Representante de las tendencias experimentalistas body art, arte pobre y arte conceptual, Beuys propugnaba un nuevo modelo de sociedad y del mundo en cuyo centro se hallaba el ser humano creativo, el arte y la creatividad. Esta obra data de 1981.

La Transvanguardia italiana

El término Transvanguardia fue utilizado por el crítico italiano Achule Bonito Oliva para definir y agrupar a una serie de artistas -Paladino, De Maria, Clemente, Chia y Cucchi- que reunían unas características plásticas e ideológicas que los diferenciaba abiertamente de otros artistas. Por tanto, se trataba de una selección, realizada desde el punto de vista teórico, que veía en ellos una nueva lógica individual y subjetivista, apoyada desde las instituciones de su país.

⇨ Sin título de Mimmo Paladino (Colección particular). Artista vinculado a la Transvanguardia italiana, sus obras son una búsqueda permanente del origen y tienen sus raíces en el arte fenicio y grecorromano. Este cuadro de 1988 es un ejemplo del eclecticismo técnico y formal de Paladino. 



De este modo, nuevamente nos encontramos con una recuperación de las raíces culturales y de la herencia iconográfica del país. Enzo Cucchi (Morro d'Alba, 1949), por ejemplo, elabora el concepto de memoria, no entendida en este caso como memoria personal, sino concebida como el hilo conductor o la raíz milenaria que une el presente con el pasado. Las referencias que Cucchi toma derivan de artistas de diversos estilos y épocas históricas, como Carra, de De Chirico, GiottoPiero Della Francesca, Massaccio, Caravaggio y del carácter popular e ingenuo de los exvotos. Francesco Clemente (Napóles, 1952) describe el devenir transcultural o ahistórico mediante metáforas surgidas de intuiciones personales de origen complejo y diverso, y que tienen una gran capacidad de conexión con el mundo exterior. Para Sandro Chia (Florencia, 1946), el fragmento es el medio de acotamiento de territorios personales que reflejan las pasiones, la ficción y el enigma. Chia recurre a Picasso, Boccioni, Sironi, Baila, Carra y De Chirico, y los hace participar de su deseo por mostrar la inexistencia de fronteras entre el sujeto y el objeto, el dentro y fuera del hombre.

Miele, Argento, Sangue de Francesco Clemente (Colección Fundació "la Caixa", Barcelona). El autor evoca en sus figuraciones imágenes transculturales de sobrecogedora iconografía, fragmentos del pasado que han perdido su globalidad y que, mediante su tangencialidad estilística, se convierten en el reverso de la modernidad. 

La obra pictórica de estos artistas, fundamentada sobre un análisis crítico, se realiza dentro de una práctica -la pintura- que renueva la misma conciencia de esta creación subrayando su especificidad. Los artistas protagonistas de este "fin de siglo" no tratan tanto de convencer como de interrogar. En este contexto, ahora, todo es posible, incluso la pintura.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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