Punto al Arte: 07 El diseño industrial
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El diseño industrial

Un amplio panorama del arte de todos los tiempos no puede omitir una referencia a ese sector creativo que hoy se define con el nombre de diseño industrial, ya que de otro modo resultaría incompleto y deficitario; sobre todo por lo que respecta a las evoluciones artísticas de las últimas décadas. Por otra parte, las relaciones entre arquitectura moderna, fundada en los nuevos materiales de construcción (hormigón, hierro, materias plásticas), y objeto producido industrialmente son bien conocidas. Y tampoco es posible encajar por completo el diseño industrial en el sector de las demás artes plásticas (pintura, escultura, arquitectura), ya que a menudo el componente utilitario y la particular metodología constructiva de éste está sumamente separada de la de las artes tradicionales, de modo que es forzoso reservar al estudio del diseño industrial una propia y precisa autonomía, considerándolo justamente como un sector que representa el trait d'union entre el mundo del arte y el de la tecnología.

Silla Midway de Frank Lloyd Wright 
Diseñada en 1914 para la cervecería 
Midway Gardens de Chicago.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La estética de la máquina

La llamada "revolución industrial", que se puede situar hacia finales del siglo XVIII, constituye el punto de partida en este campo. Desde su aparición, la máquina provoca un fenómeno decisivo en la historia del arte moderno, que consiste en la transformación de la producción artesana en industrial y en el nacimiento de una nueva clase trabajadora. Este fenómeno fue particularmente evidente en Inglaterra, donde la investigación tecnológica se orientó hacia fines eminentemente prácticos, iniciando la producción industrial de todo tipo de productos, incluso los tradicionalmente artesanos, como es el caso de las famosas cerámicas Wedgwood.

Pionera de la revolución industrial, la Inglaterra victoriana supo formular principios teórico-prácticos al reto que imponía la máquina a la estética tradicional de tipo artesanal. Intelectuales, artistas y responsables del gobierno y el comercio se preocuparan a lo largo del siglo XIX por los efectos negativos de la revolución industrial y la pérdida de la armonía estética y social que conllevaba la irrupción de la máquina. Los esfuerzos reformistas en este campo fueron notorios; era necesario definir unos principios rectores del diseño industrial que acabaran con el caos estético existente y devolvieran la dignidad a los objetos producidos por las máquinas. Fue éste, por otra parte, el período que contempló las primeras grandes construcciones de ingeniería, verdaderas precursoras de los principios que más tarde inspiraron la arquitectura y el diseño moderno. Las Halles Centrales en París, las Oriol Chambers en Liverpool, el Cristal Palace de Paxton en Londres y, más tarde, la Torre Eiffel en París, son algunas de las construcciones que se pueden considerar precursoras de la nueva estética industrial contraria al eclecticismo decimonónico. Al igual que este tipo de arquitectura, los productos industriales de gran complejidad técnica, inaccesibles al diseño de los artistas, ofrecen más ejemplos de la situación ambivalente de los criterios estético-funcionales del siglo XIX.  


Butaca de Otto Wagner (Colección particular). Mueble creado en 1902 por este innovador e influyente arquitecto austriaco que propulsó y lideró el movimiento Sezession vienesa en contra del clasicismo de la Academia. Una de sus facetas creativas fue el diseño de mobiliario, como éste, realizado en madera de haya teñida con asiento tapizado y accesorios metálicos. 

Pero ésta no fue una postura compartida por toda la arquitectura y la producción industrial de finales de siglo. En un primer momento, la arquitectura, aun adoptando los nuevos materiales y el esqueleto metálico, los revistió de paramentos y de ladrillo, casi para" ocultar" la vergüenza de estos nuevos métodos de construcción, y, a la par, los primeros objetos creados por la máquina, las primeras máquinas de uso doméstico, como las de coser, se revistieron de ornamentos disfrazando su cualidad de objetos mecanizados.

Las teorías de la "forma esencial", del" utilitarismo", definidas por el grupo de Henry Cale y de William Morris en Inglaterra, consiguieron con el arquitecto alemán Gottfried Semper (1803-1879) sistematizarse de manera clara articulando una auténtica filosofía de la producción industrial. Sus teorías sobre la forma esencial tendrían una gran influencia en las ideas racionalistas de principios del siglo XX y fueron decisivas para la aceptación de la nueva" estética de la máquina".


Servicio de té de Josef Hoffmann (Lucie Rie, Londres). Este juego diseñado en 1905, es un ejemplo del estilo modernista al que se adhirió este arquitecto austriaco involucrado en el movimiento Sezession vienés. Elaborado en plata dorada, este juego demuestra el interés del autor por la relación entre la artesanía y el proyecto, y es el resultado de la influencia de los Wiener Werkstatte, talleres vieneses que Josef Hoffmann contribuyó a crear en 1903, y que ejercieron una gran influencia en el diseño industrial del siglo XX.  


Armario de la "Princesa Encantada" de Kolo Moser (Colección particular). Diseñado hacia 1900, este mueble fue realizado con diversas maderas, cristal y cobre niquelado. Su autor estuvo vinculado con el movimiento Sezession vienés y con los talleres Wiener Werkstatte de Josef Hoffmann, que buscaban nuevas líneas de expresión en el arte del diseño industrial. 

El art nouveau estuvo a caballo entre dos siglos y ganó su propia batalla contra la dicotomía "ornamento-forma esencial", aportando nuevos elementos para la creación de una futura estética genuinamente industrial por su dignificación del objeto y el rechazo a las imitaciones de modelos historicistas. En especial, el modernismo vienés supo en su audacia creativa integrar los valores ornamentales a la esencia estructural de la forma siguiendo el ejemplo del arquitecto escocés Charles Rennie Mackintosh (1869-1928). La Sezession vienesa simplificó las formas de los productos artesanales siguiendo una concepción compositiva armoniosa, lineal y geométrica, que serviría más tarde para definir el nuevo vocabulario formal del diseño industrial. 

La obra y teorías de Otto Wagner (1841-1918), Koloman Moser (1868-1918), Josef Hoffmann (1870-1956) y, en especial, Adolf Loas (1870-1933), ilustran este capítulo clave para la paternidad del posterior Movimiento Moderno.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El concepto de diseño

El término "diseño industrial" (en inglés: industrial design; en francés: esthétique industrielle; en alemán: Industrielle Formgebung o Produktgestaltung) es de origen inglés y se aplica en la actualidad a todo el amplio sector que comprende la infinidad de objetos creados industrialmente, que se integran a cada paso de la vida y que van desde bolígrafo al avión, desde automóvil al electrodoméstico, desde reloj a algunos elementos de la arquitectura prefabricada. La palabra design (diseño) equivale, no obstante, por lo general, a "diseñar", y por consiguiente también puede aplicarse a otros sectores limítrofes, y se tendrá por lo tanto varias especialidades de diseño: diseño de productos (artículos de uso, máquinas, complementos); diseño visual (gráfica, carteles, publicidad, etc.); diseño de interiores (decoración, lugares de trabajo y públicos); diseño de envases o packaging (envases para consumidores); diseño ambiental o environmental designs (planificación regional, urbanismo, etc.).

En este apartado se tratará, en especial, del diseño industrial propiamente dicho, por ser el que mejor puede configurarse como una entidad autónoma y cuyas relaciones con la pintura y la escultura son en particular importantes.

Jarrón de porcelana de Wedgwood decorado por Emile Aubert Lessore (Colección particular). Esta delicada pieza de porcelana forma parte de la colección elaborada en la fábrica Etruria, fundada por el ceramista británico Josiah Wedgwood en 1759, en Borlem Staffordshire, y cuyos objetos alcanzaron fama internacional. 

Se intentará, de todos modos, poner desde ahora en claro un hecho: así como hasta fines del siglo XIX, el sector de las" artes decorativas y aplicadas" quedaba en cierto sentido en segundo plano respecto al de las "grandes artes" (pintura, escultura, arquitectura), por el contrario -a partir de fines del siglo XIX y más aún desde la segunda posguerra-, el sector del diseño industrial ha ido adquiriendo un papel cada vez más relevante. En cierto sentido, después del advenimiento de la máquina, el arte de este tiempo es el que cada vez más deriva su razón de ser de la máquina. ¿Cuándo se puede, en definitiva, situar el origen del diseño industrial? Por supuesto sólo con el advenimiento de los medios de producción mecánica. También es cierto que por parte de muchos estudiosos se ha tratado de asimilar el objeto industrial al de la artesanía, tanto respecto a su función como respecto a su apariencia externa y a los materiales usados en ambos casos. No obstante, dicha opinión debe ser considerada totalmente errónea. Los autores que defienden esta posición hacen notar que entre un vaso de vidrio de la época romana y uno estampado actual existen profundas analogías, capaces de justificar la inclusión de los objetos de la antigua artesanía en la misma categoría que los objetos modernos del design. Sin embargo, la analogía entre esos objetos de artesanía y los industriales es muy limita da y no debe inducir a error: si bien una finalidad práctica constituye la base de ambos, lo que cuenta es el hecho de que el objeto industrial está construido por medio de una intervención exclusivamente mecánica y no manual, mientras que el de artesanía siempre está realizado -cuando menos parcialmente- a mano. Por consiguiente, en cuanto la intervención mecánica entra en juego, es obvio que la forma del objeto deberá responder a requisitos de elaboración muy distintos e incluso opuestos.

Hay que ver ante todo cuáles son las principales características que constituyen la base del diseño industrial y que forman sus aspectos esenciales e impiden su identificación con la artesanía y con las demás formas de arte "puro". La diferencia sustancial entre el objeto de artesanía y el industrial consiste en el hecho de que el primero requiere siempre un "toque manual", que se le añade a posteriori, mientras que el segundo no lo necesita. Una vez creado el modelo-cabeza de serie (y realizado el molde que suele servir para la producción en serie de cada objeto, o por lo menos el de la carrocería de los objetos dotados de un mecanismo interno), la labor del diseñador ha terminado. De aquí se deriva el hecho de que el aspecto ideativo, creador, estético del objeto de diseño industrial se realiza antes de su ejecución, mientras que en el caso del objeto de artesanía esto ocurre cuando la ejecución está casi ultimada. Si ésta es una de las diferencias sustanciales entre los dos sistemas de elaboración e ideación, otra de las normas más importantes a la que está sujeto el producto industrial es su serialidad: es decir, la necesidad de ser realizado en un número suficiente de ejemplares como para permitir la venta a precios competitivos y la identidad entre todos y cada uno de los ejemplares.

Reloj Dominó de Charles Rennie Mackintosh (Museo y Galería de Arte Kelvingrove, Glasgow). Creada en 1917 por este arquitecto y diseñador escocés, esta pieza está elaborada en madera lacada con incrustaciones de marfil y plástico. Representante del movimiento modernista a la escocesa, la obra de Mackintosh, muy influida por el arte japonés, es inubicable y, por su peculiaridad, no se la puede comparar con la de otros artistas del estilo art nouveau. 

El carácter iterativo -es decir, la producción en serie- constituye, pues, la base misma del objeto industrial. En el tipo de producción industrial, la identidad de todos y cada uno de los elementos es esencial, y el margen de tolerancia en la disparidad entre los ejemplares es mínimo; está pues totalmente ausente la adición de todo toque manual. Una vez aceptado el hecho de que la serialidad y la iteración son básicas para la existencia del diseño industrial, habrá que considerar otro elemento fundamental: el carácter estético del producto. A pesar de que muy a menudo en algunas escuelas de design (por ejemplo, en la Hochschule für Gestaltung de Ulm, que dejó de funcionar en 1968) se tiende a negar toda importancia al elemento estético, es un hecho que el aspecto "agradable", la armonía y la euritmia son el fundamento de la aceptación del producto, hasta el punto de que un porcentaje notable de su aspecto físico debe ser destinado a la satisfacción del gusto estético del público. En otras palabras; el porcentaje d e"funcionalidad" -es decir, de adecuación de la "forma" (del objeto) a los requisitos de la "función" del mismo, que antaño era considerada fundamental, es más, el único requisito válido-, hoy se ha demostrado insuficiente. Para que un producto sea considerado satisfactorio, es preciso que -junto con los requisitos indispensables de la funcionalidad, de la economía del precio, de la serialidad, de la iteración, etc.- presente asimismo esos requisitos de "agradabilidad" formal que le hagan competitivo en el mercado respecto a otros productos.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La Werkbund y el racionalismo productivo

Si las primeras reacciones a favor de una nueva definición de la estética industrial surgieron y se desarrollaron en Inglaterra, fue Alemania el escenario de su definitiva resolución y puesta en práctica. Alemania había llegado a la industrialización más tarde que Inglaterra, pero contaba con una tecnología moderna y un espíritu más abierto a la innovación. Herman Muthesius (1861-1927), tras su estancia en Inglaterra como delegado del gobierno alemán, comprendió que sus contemporáneos británicos no podían con sus piezas de bella artesanía afrontar el reto de la industrialización. Así que creó, en 1907, la Deutscher Werkbund, organización que reunía atodos los estamentos implicados en la producción industrial: artistas, arquitectos, comerciantes y fabricantes. Era el primer paso en la articulación conjunta de una definición de diseño racional.

La Werkbund actuó definiendo y propagando las nuevas ideas mediante exposiciones y publicaciones. El congreso celebrado en Colonia en 1914 sería la culminación del debate sobre la opción moderna de diseño industrial como rechazo a los modelos anteriores, en clara defensa de la producción estandarizada y contra la individualidad artística de las formas artesanales. La postura racional y social se erigía sobre la intuitiva e individual; diseñadores como E. Hosthaus, R. Riemerschmid, B. Taut o P. Behrens se expresaron a favor de estos principios aplicándolos a sus proyectos.


Dos sillas de Richard Riemerschmid. Dos ejemplos de diseño industrial, realizados en 1900, que demuestran la perfecta adecuación de su forma a la función. 


Silla de Adolf Loos, en la oficina de Ronald Lauder (Nueva York). Uno de los precursores del racionalismo arquitectónico, preconizaba la eliminación de la decoración superflua y estaba en contra de la superficialidad del estilo art nouveau. Este sillón de descanso fue diseñado por Loos hacia 1905. 

⇨ Lámpara eléctrica de Peter Behrens. Considerado uno de Jos primeros diseñadores modernos de nuestro siglo, en 1907 se hizo cargo de la dirección artística de la empresa AEG, realizando el diseño de sus productos eléctricos, la publicidad comercial y algunos de los edificios de esta empresa. El objeto que se reproduce aquí Jo creó siguiendo Jos principios racionalistas de adecuar la forma a la función, a partir del tratamiento de Jos procesos y materiales industriales. 



La incorporación de artistas y arquitectos a la industria, en calidad de nuevos diseñadores, dieron en Alemania las primeras respuestas positivas al cambio formal adecuado a nuevas tecnologías. El ejemplo más claro de estas teorías fue protagonizado por el arquitecto Peter Behrens (1869-1940) y su trabajo para la empresa AEG entre 1907y 1914, demostrando que los criterios de la Werkbund se ajustaban perfectamente a los nuevos cambios sociales e industriales.

Este racionalismo productivo y su consecuente estética industrial también se aplicaron a la producción en Estados Unidos. El sector del automóvil fue especialmente sensible al problema de los nuevos métodos de producción y mercado; el máximo ejemplo de su opción racionalista lo constituyen las teorías de Henry Ford y, en especial, las aplicadas a la producción del nuevo y revolucionario modelo "T" de automóvil, aparecido en 1908 y diseñado en función de las características de la cadena de montaje. Se trataba de un modelo único, de color negro, que competía, con otros más sofisticados, por su sencillez de reparaciones y precio.


Ford T de la sociedad de construcciones mecánicas Henry Ford Company. Modelo del famoso automóvil de 1912, que, pese a inspirarse aún en los antiguos landós, el volumen delantero para el motor es ya un primer elemento de semantización. El volante, los guardabarros y la posición de los faros de acetileno, junto con algún otro elemento de diseño capaz de expresar la nueva movilidad autónoma, se parecen a los del coche actual. Puede decirse que con él se inicia la producción en serie. 


Muebles diseñados para la cervecería Midway por Frank Lloyd Wright (Chicago). El arquitecto estadounidense fue un auténtico pionero de la renovación del diseño durante las primeras décadas del siglo xx. Preocupado por la armonía de sus proyectos arquitectónicos, diseñó asimismo el mobiliario de algunos de los interiores. El criterio de funcionalidad está supeditado a los conceptos de armonía y euritmia con el fin de elaborar un producto destinado a satisfacer el gusto estético del producto, reduciendo de un modo intencionado las formas a unos modelos geométricos básicos. 

El racionalismo de las formas funcionales encontró en la industria estadounidense la posibilidad de nuevas creaciones siguiendo el camino iniciado por los arquitectos de la denominada Escuela de Chicago, entre ellos Louis Sullivan (1856-1924), con su elocuente enunciado "la forma sigue a la función", o el mismo Frank Lloyd Wright (1867-1959), que mantenía el principio de que "la forma exterior de un edificio está dictada por sus componentes internos, que a su vez están determinados estructuralmente".

La estética funcional acompañaba ya las primeras alianzas efectivas entre el arte y la industria a principios de siglo. Arte e industria protagonizaron los cambios estéticos más revolucionarios de nuestro siglo durante las tres primeras décadas, guiados por el liderazgo de los movimientos de vanguardia.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La primera generación de reformistas

Banco de roble con decoración dorada diseña-

do por Philip Webb en 1895 y producido por 

Morris & Cia.
Una primera generación de estos reformistas estuvo representada por sir Henry Cole (1808-1882). El semanario The Journal of Design and Manufactures se convirtió en portavoz de sus reformas, remarcando siempre la importancia de la sencillez funcional de los objetos. La reforma teórica y educativa de Cole, junto a Richard Redgrave y Owen Jones, planteó por primera vez las bases de una política de diseño consecuente con la nueva época industrial que estaban protagonizando.

Sus ideas asumían la industria como perspectiva para un nuevo futuro y se oponían a las posturas más idealistas que protagonizaron la siguiente generación de reformistas, menos "utilitaristas", entre los que destaca William Morris.

Las enseñanzas de William Morris (1834-1895), denodado defensor de un renacimiento artesano, junto al grupo de los artistas prerrafaelistas y el ¿;rquitecto Philip Webb, se diferenciaban de las del grupo de Cole por su gran preocupación social y el rechazo global de la industria.

Sus críticas hacia el mal gusto de la época se introducían también en la denuncia social y proponían nuevas formas de entender la vida, el trabajo y la creación artística.

Morris y la exposición de Arts and Crafts, celebrada en Londres en 1880, fueron el primer germen para la sucesiva propagación, y también en el continente, del nuevo credo estético que sirvió de plataforma al art nouveau y que, en definitiva, requería la consideración de "artista" para el diseñador.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Diseño y vanguardias artísticas

Los movimientos artísticos de vanguardia participaron directamente en la definición de la arquitectura y el diseño industrial contemporáneos. El cubismo buscó la descomposición de la imagen figurativa hacia formas geométricas, acercándose en sus últimos períodos a una cierta estética mecánica; el futurismo se aliaba al concepto de la técnica, y el dadaísmo situaba el objeto industrial en el ámbito de los medios artísticos. La máquina se convertía así en imagen y concepto paradigmático para las teorías y obras de vanguardia.

La experiencia que mejor interpretó y materializó esta confluencia intelectual entre arte e industria fue la llevada a cabo desde la Bauhaus, la gran escuela creada en 1919 en la república de Weimar por Gropius siguiendo la reforma iniciada por su antecesor Van de Velde.

Cartel para una presentación de la Bauhaus en Weimar de László Moholy-Nagy (Nacionalgalerie, Berlín). Al igual que el diseño industrial, el diseño gráfico propició el cambio estético a partir de la utilización de un nuevo lenguaje gráfico, basado en los recursos elementales de la composición geométrica y las nuevas tipografías. En 1923, uno de los grandes pioneros del grafismo húngaro, continuador de la línea Bauhaus, diseñó este cartel mediante una potente tipografía y una diagramación estructurada a partir de un simple concepto de orden geométrico.  

Durante todo el período de la Bauhaus, hasta 1933, pareció que la relación entre diseño industrial, arquitectura y las demás artes iba a convertirse en activa y, por fin, convincente. La poética del funcionalismo tuvo en aquellos primeros tiempos un sabor heroico y romántico que pronto iba a desvanecerse.

La Bauhaus contó con la colaboración de insignes personalidades en el campo de las artes visuales, como KandinskyKlee, FeiningerMoholy-Nagy, Mies van der Rohe, Albers, etc. Artistas que hicieron posibles nuevos métodos y sistemas de enseñanza en los que convergían todas las tendencias de vanguardia revolucionaria. Su principal aportación al estilo del siglo XX consistió en la promoción de una estética maquinista para la arquitectura y el diseño basada en la manipulación del lenguaje de las formas y los colores elementales.

En 1919, Gropius recibió el encargo de dirigir la Bauhaus, surgida de la fusión de dos instituciones, la escuela de Bellas Artes y la de Oficios Artísticos. Sus inicios fueron marcados por una postura casi mística del arte, recreada por el profesor y artista expresionista Johannes Itten (1887-1967), encargado del importante curso preliminar, y más tarde sustituido por el constructivista László Moholy-Nagy (1895-1946), más cercano a las tesis del purismo racionalista.

Estudio de Walter Gropius. Diseñado hacia 1927 por el fundador de la Bauhaus, el mobiliario está construido en madera de cerezo con tapizado en color amarillo. En este ambiente de trabajo Gropius aplicó los conceptos básicos del diseño moderno: la economía expresiva y la adecuación de todas las formas de diseño a los medios productivos.  


Pabellón Alemán de la exposición universal de 1929 de Ludwig Mies van der Rohe (Barcelona). Pabellón que representó a Alemania en la Exposición Universal, destruido al finalizar el evento y reconstruido bajo la dirección de la Bauhaus en 1986. Obra emblemática de la arquitectura moderna del siglo XX, está construida en acero, cristal, piedra y ónice, y en su interior se exhibe, la silla modelo Barcelona, especialmente diseñada por el arquitecto alemán para este edificio, y una escultura de Georg Kolbe. 

A partir de 1923, la Bauhaus tuvo problemas con el gobierno local y se trasladó a la localidad de Dessau, donde Gropius tuvo la oportunidad de proyectar los nuevos edificios de la escuela, que diseñó siguiendo los principios del movimiento arquitectónico moderno, es decir, tejados planos, paredes blancas, ventanas con marcos metálicos y abundante uso de la cuadrícula.

Ludwig Mies van der Rohe (1886-1969) sucedió a Meyer, que a su vez había sustituido a Gropius, en la dirección durante el último período de la escuela (1930-1933), cuando ésta fue obligada a trasladarse a Berlín. Al clausurarse la escuela por orden de la Gestapo, que la acusó de bolchevique y de enseñar estética marxista, muchos de sus profesores emigraron a Estados Unidos, entre ellos Moholy-Nagy, Albers, Breuer, Mies van der Rohe, etc.

La escuela estimuló el aprendizaje de los medios artesanales, a la vez que imponía el uso de los nuevos materiales industriales en una concepción socializadora del diseño. Marcel Breuer (1902-1981), primero alumno y más tarde profesor de la escuela, se inició en el taller de ebanistería, realizando ejercicios constructivos similares a los del arquitecto neoplasticista Gerrit Rietveld (1888-1964) y sus principios "elementaristas", basados en estructuras simples de planos interseccionados, para desarrollar luego algunos de los diseños más progresistas de este siglo mediante el uso del tubo de acero en la configuración de sus sillas.

Silla roja y azul de Gerrit Thomas Rietveld. El movimiento vanguardista holandés De Stijl, fundado en 1917, influyó poderosamente en los planteamientos de la nueva arquitectura y el diseño industrial. La renuncia a los cánones tradicionales del mobiliario se muestra en la descomposición del conjunto en sus elementos constituyentes, como puede comprobarse en esta silla diseñada en 1918. Resaltar la unidad entre los aspectos constructivos y formales fue más tarde uno de los emblemas de la experiencia Bauhaus.  


Tocador con taburete de Betty Joel. Diseñado en 1935, este mueble de madera con bordes de laca negra y espejo, acompañado por un taburete acolchado, es un ejemplo del mobiliario estilo Arts & crafts de la época.

La Bauhaus definió una nueva estética para los objetos cotidianos y la arquitectura, emblema del pensamiento progresista de los años veinte, y que dio origen a un estilo asociado a la idea de "estética de la máquina" precursora del Movimiento Moderno.

Moholy-Nagy y su esposa Subil fundaron en 1937, en Chicago, la New Bauhaus, posteriormente anexionada al Instituto de Tecnología de lllinois. En 1938 se organizó la primera gran exposición monográfica sobre la Bauhaus en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Transcurrida la TI Guerra Mundial, Alemania intentó recuperar la experiencia de esta escuela creando la de Ulm en Baviera, inaugurada en 1956 y clausurada también por conflictos políticos en 1968.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Del Art déco a la estética aerodinámica

La exposición de Artes Decorativas que tuvo lugar en París en 1925 presentó y celebró la aparición de un nuevo estilo, el denominado posteriormente Art déco. Arquitectura y artes aplicadas combinaban con absoluta libertad motivos exóticos y elementos extraídos del cubismo o de la simple geometría de la estética funcionalista.

Inspirándose en los colores brillantes del fauvismo, el exotismo de los Ballets Rusos de Diaghilev, la moda de Paul Poiret, las formas decorativas del arte egipcio hallado en la tumba de Tutankamon en 1923, el arte africano, la cultura americana del jazz y el arte de los indios norteamericanos, el Art déco elaboró un lenguaje altamente decorativo.

El Art déco encamó en París la máxima expresión de la imaginación decorativa, penetrando en el mundo de la moda, la pintura, el cartelismo, la decoración de interiores, la joyería o el vidrio, con exquisita dicción.

La artista de origen polaco Tamara de Lempicka (1902-1980) expresó la faceta pictórica de este estilo en sus obras ambientadas en los lugares"modernos" frecuentados por sofisticados personajes, tratados con formas angulosas y marcados contornos.

El diseño de interiores y de mobiliario puso gran énfasis en el uso de materiales ricos, suntuosos, y en los ambientes exclusivos orientados a una clientela rica. Con frecuencia, los muebles, realizados en maderas exóticas, presentan veteados o incrustaciones de marfil y nácar con motivos florales o sencillas geometrías.

El Art déco, fascinado por el ritmo frenético de la vida moderna, se recreaba en lo lujoso fundiendo contenido y estilo en una celebración sin precedentes de la velocidad y los viajes.

Sacapuntas de Raymond Loewy (Galería Solomon, Nueva York). Este diseñador fue el precursor del styling estadounidense, nueva estrategia de mercado que concibió el diseño como un efectivo recurso para aumentar las ventas. Este artefacto, diseñado en 1933, tuvo un extraordinario éxito comercial. 

Si París fue durante estos años el centro internacional del arte de vanguardia, mezclando creatividad y sofisticación, también las ciudades de Estados Unidos participaron en esta moda añadiendo su dosis de extravagancia y glamour. En Nueva York, los dos edificios más representativos de inspiración Art déco, el Chrysler y el Empire State, se construyeron en 1930, sorprendiendo por sus bloques apilados de austera estructura geométrica y su exuberante y original decoración de los interiores. Pero donde la tendencia a escaparse de la monotonía de la vida cotidiana propiciaba más el lujo del Art déco era en el mundo fantasioso de Hollywood, donde el estilo se utilizó en la arquitectura real al igual que en las ambientaciones y escenarios cinematográficos.

Poseer objetos de Art déco era un privilegio de la clase acomodada, y el estilo perdió personalidad al popularizarse y elaborar muebles más baratos, burdas imitaciones. La moda genuinamente popular del nuevo diseño de la década de 1930 surgió en Estados Unidos, pero no de los antecedentes Art déco, sino a partir de una estética fruto de una nueva planificación de mercado de masas, de la nueva noción consumista del diseño.

Teléfono de mesa Modelo 300 de Henry Dreyfuss. A este diseñador le preocupaba que el objeto estuviera adaptado a las necesidades de la persona y no al revés. Por esta razón dedicó mucho tiempo a estudiar el cuerpo humano y a adecuar los aparatos a su forma anatómica. Éste fue el caso del modelo de teléfono creado en 1937, a cuyo diseño dedicó un largo período de estudio para que fuera lo más ergonómico posible. 

El fenómeno del styling, preconizado por Raymond Loewy, convirtió el diseño en un medio idóneo para una nueva estrategia de mercado capaz, con su intervención formal, de crear atractivos productos de consumo. La moda "aerodinámica", el Streamlining, de la década de 1930, inspirada en las formas bulbosas y afiladas de las máquinas voladoras, puede entenderse en este contexto estratégico del diseño, capaz de convertir una estática nevera o un cochecito de niño en imagen moderna del nuevo estilo americano. Estados Unidos protagonizó entre 1935 y 1955 una búsqueda consciente de un estilo apropiado a una nueva época y el avance organizativo más importante del diseño de la mano de verdaderos profesionales. Los pioneros fueron, entre otros, Walter Dorwin Teague (1883-1960), Raymond Loewy (1893-1986), Norman Bel Cedes (18931958), Henry Dreyfuss (1903-1972).

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El racionalismo internacional

El Museo de Arte Moderno de Nueva York llevó a cabo numerosas exposiciones de arquitectura y diseño durante las décadas de 1940 y 1950, incluyendo estas disciplinas en sus colecciones museísticas. Los debates sobre el concepto de diseño y de "buena forma" (gute Form para los alemanes) eran frecuentes durante estos años, al mismo tiempo que se escribía sobre diseño en revistas especializadas, entre otras Design, y acontecimientos como las Triennales de Milán o la constitución del Congreso Internacional de Sociedades de Diseño Industrial (ICSID) contribuían a consolidar el valor del diseño en el mundo industrial.

A partir de finales de la década de 1940, el diseño compartió a nivel internacional los postulados básicos del racionalismo de vanguardia y asumió, en cada país y en los proyectos individuales de arquitectos y diseñadores, un cariz y singularidad notables, estableciendo los fundamentos del nuevo diseño contemporáneo. El diseño de muebles, objetos domésticos, aparatos técnicos, vehículos o gráfica publicitaria propician el consumo y la configuración de parte de la cultura contemporánea desde una perspectiva pluralista, pero a la vez distintiva de cada país.

Sillón y banco Miller de Charles Eames. Diseñados en 1956 por encargo de Henry Miller, las piezas de la estructura son de aluminio y todos los tableros curvados, tanto del sillón como del banco, son de chapa de palisandro y el revestimiento es de piel. Ambos son giratorios.


IzquierdaSilla Tulip de Eero Saarinen. El arquitecto finlandés afincado en Estados Unidos diseñó esta silla en 1956, de formas depuradas, orgánicas, simples y expresivas, y utilizando materiales como el plástico. Así se demostró que el diseño modernizaba los productos y los hacía más competitivos. Fue premiada por el MoMA. DerechaSilla Diamond de Harry Bertoia. Las formas cúbicas y geométricas del primer mobiliario racional a partir de la década de 1 940 se curvan siguiendo las formas del cuerpo humano. Esta silla de 1952, una de las figuras más sobresalientes del diseño estadounidense, sigue las formas orgánicas inspirándose en las imágenes científicas de amebas o pequeños organismos, de la misma manera que pueden hacerlo los cuadros de Miró, las esculturas de Arp o los móviles de Calder. 


Muebles de Alvar Aalto. El diseño escandinavo se caracteriza por su logro de síntesis entre la tradición artesanal y los métodos industriales. Estos muebles diseñados por el arquitecto finlandés, una experiencia iniciada a finales de la década de 1920, están realizados en madera de abedul laminada y tableros de madera contrachapada, recreando formas de fascinante simplicidad orgánica. 

Mientras en Estados Unidos el estilo aerodinámico preconizaba el "sistema de vida americano", una nueva generación de diseñadores, entre ellos Charles Eames (1907-1978), Eero Saarinen (1873-1950) o Harry Bertoia (1915-1978) combinaron conceptos escultóricos abstractos con los del diseño. Más tarde, el diseño mantuvo esta atracción por el mundo del arte adoptando los modos estilísticos del surrealismo, el Pop art, la psicodelia o el arte cinético.

Gran Bretaña, durante estos años, perdido su anterior empuje, aceptó la cultura de masas americana; sus patrones más personales se dieron en la década de 1960 enraizados con el vocabulario del Pop art y el Op art, y expresados sobre todo a través de la moda y la estética de Carnaby Street.

Cuenco Trienal y tapadera de Tapio Wirkkala. Este diseñador finlandés, que alcanzó fama internacional y recibió muchos premios, creó este objeto de cristal en 1953 siguiendo su premisa de elaborar objetos bellos para su uso en la vida cotidiana. 


Scooter Piaggio de Coradino d'Ascanio. Conocido popularmente como Vespa, este ciclomotor fue diseñado en 1946. Con el tiempo, el diseño italiano consiguió superar las dificultades de su incipiente industrialización, para convertirse en un importante productor de objetos industriales, comprometido con los nuevos signos de la tecnología y la modernidad. Este modesto, pero fantasioso modelo motorizado fue uno de los pioneros de la nueva política del diseño italiano. Concebido como vehículo popular en líneas aerodinámicas logró, por su imagen y precio, convertirse en emblema de la nueva generación de la década de 1950.


 Vaso Hiidenkímu de Timo Sarpaneva. La purez., de líneas y el sutil tratamiento de los materiales es una de las características de los diseñadores finlandeses, que tienen muy en cu,enta en sus creaciones la naturaleza y el medio ambiente. Ejemplo de ello es este diseño de Sarpaneva de 1952, uno de los principales artistas del sigloxx. 

En cambio, los países escandinavos iniciaron una línea propia de diseño a partir de la década de 1940, manteniendo su sólida reputación de artesanos de la cerámica, el vidrio y la madera. El estilo doméstico escandinavo pronto se caracterizó por su sensatez, ante el enervante marketing del americano, su idea de confort y espíritu democrático. Un estilo para vivir y no sólo para mirar o comprar. Diseñadores como Arne Jacobsen (1902-1971), Borge Mogensen (1914-1972) o Alvar Aalto (1898-1976) realizan en sus proyectos de mobiliario una efectiva defensa de la ligereza, de la simplicidad elegante y confortable contra la espectacularidad. En el campo del cristal, las obras de Tapio Wirkkala (19151985) o Timo Sarpaneva (n. 1926) desarrollan un original estilo orgánico, ejemplo de esta tradición nórdica.

El diseño italiano genera, a partir de la década de 1940, un proyecto atípico en el panorama del diseño internacional. Marcello Nizzoli (1887-1969) renueva los modelos producidos por Olivetti durante la misma década, creando una nueva imagen del racionalismo similar a la efectuada por la industria de la automoción en los modelos de la popular Vespa, diseñada por Coradino d' Ascanio, o los nuevos coches Fiat.


El diseño de vanguardia perdió su identidad en Alemania a raíz de la clausura de la Bauhaus en 1933, pero unas pocas empresas mantuvieron su espíritu y, a partir de 1950, resurgió el funcionalismo alemán, en especial a través de la creación de la Rat für Formgebung y la Hochschule für Gestaltung de Ulm, esta última institución dirigida por Max Bill, antiguo alumno de la Bauhaus.

FN Motocicletas de Marcello Nizzoli (Colección particular). La influencia del Art déco también se trasladó al campo de las artes gráficas. Este diseñador fue uno de los pioneros del nuevo lenguaje publicitario, basado en el uso de formas de recortados perfiles y una paleta cromática adecuada a las posibilidades de las tintas litográficas. Su racionalización supera los estilismos efectistas del Art déco y se convierte en un modelo para el futuro del cartel publicitario, como se aprecia en éste de 1925. 


Chaise longue o tumbona de Le Corbusier y Pierre Jeanneret. Al igual que otros arquitectos, Le Corbusier consideraba ilimitado el ámbito de la arquitectura y opinaba que el arquitecto debe ser un diseñador integral. Su interés por el diseño de muebies surgió cuando su primo Pierre Jeanneret y la diseñadora Charlotte Perriand se incorporaron a su estudio con el fin de crear mobiliario en serie a precios de venta asequibles. Éste es uno de los muebles, diseñado en 1929.


Sillón de Josep Torres Clavé. El diseño que creador ofrece viene a demostrar palpablemente que la comodidad y el descanso no están reñidos con la sencillez ni con la gracia estilizada de la línea. 

El diseño en España compartió las licencias estilísticas del Art déco, en especial en el ámbito del cartelismo y la decoración, al mismo tiempo que iniciaba una reacción racionalista bajo la batuta crítica del grupo aglutinado alrededor del GATCPAC (1928), verdadero motor e introductor del Movimiento Moderno en el país. A través de su órgano de difusión, la revista AC, se introdujo en Cataluña la teoría social de la arquitectura y el diseño. Josep Lluís Sert, que había trabajado junto a Le Corbusier, así como Torres Clavé, Rodríguez Arias o SixtYllescas mantuvieron su renuncia a cualquier estilo del pasado y su confianza en el espíritu genuino del racionalismo moderno en todos sus proyectos, de modo similar al del grupo denominado"generación de 1925" de arquitectos en el resto del país.

Aceiteras de Rafael Marquina. Ganador del Premio Delta de Oro de diseño industrial, en 1961, otorgado por ADI-FAD, por la excelente solución formal y funcional de las piezas. Inspirándose en los recipientes de vidrio de laboratorio, este diseñador catalán concibió unas piezas modernas en su sencilla presencia, contribuyendo al resurgimiento de un nuevo diseño español.


Banco Catalano de Oscar Tusquets. El arquitecto recrea la cualidad de los materiales nobles, la elegancia de las formas y el atrevimiento de los resultados con una soltura de exquisita dicción. Este mueble, diseñado en 1975 e inspirado en formas orgánicas, mantiene su fidelidad al principio de la libertad compositiva. 


Carrito versátil de Oscar Tusquets. Diseñado por el arquitecto catalán en 1976, esta pieza de mobiliario integra simplicidad y funcionalidad sin restar importancia a la estética. 

La guerra civil y una penosa posguerra cortaron el camino abierto por esta nueva ideología progresista. La actividad de algunos de los miembros del GATCPAC prosiguió en Estados Unidos o Argentina, al mismo tiempo que se recuperaba en los años cincuenta a través del Grupo R y G (1952), integrado por Oriol Bohigas, José A Coderch, ManuelValls, Joaquín Gili, Antonio de Moragas, José Pratmarsó y Josep Sastres.

La continuidad de los nuevos conceptos del diseño fue posible gracias a la labor realizada por la pionera institución FAD a partir de la década de 1960, con la creación de importantes núcleos de diseñadores profesionales (ADI-FAD, ADGFAD), y su reconocimiento internacional durante el II Congreso y Asamblea del ICSID en 1961. En pocos años se fundaron en Barcelona importantes escuelas de diseño, como Elisava y Eina, que junto a las de Massana y Llotja favorecieron la existencia de una nueva realidad del diseño español, en este caso catalán. Diseñadores como Rafael Marquina, Miquel Mila, Federic Correa, Leopold Mila o André Ricard representan una generación establecida ya en los principios del racionalismo. Durante la década de 1960 y principios de la de 1970, esta línea de racionalismo internacional creció en potencia y credibilidad en el panorama internacional, y los diseños de Pep Bonet, Lluís Clotet, Osear Tusquets o el equipo BernalIsern. confirmaron su creciente prestigio, al igual que los grafistas Jordi Famas, Enrie Satué, Yvez Zimmermann o José María Cruz Novillo lo representaron desde el campo del diseño bidimensional.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Diseño y postmodernidad

El siglo XX empezó con el movimiento de artes y oficios -Arts & Crafts- en Gran Bretaña y Estados Unidos, y su concepción unitaria del arte y la artesarúa basada en la recreación estética y formalista de los objetos. Este movimiento pretendía no sólo impulsar una gran renovación social y estética, sino también irradiar su validez teórica a otros movimientos posteriores, creó una gran cantidad de escuelas de arte, desde donde se intentó una exploración que contribuyó, siguiendo los ideales de William Morris, a la formación de un nuevo concepto del diseño industrial. El modernismo de los primeros años apuntó, en especial desde Viena, la necesidad apremiante de liberar a los objetos de inútiles ornamentaciones artesanales, cediendo protagonismo a la industrialización y a la estética mecanicista consecuente con las teorías que más tarde definirían el racionalismo. Adolf Loos, con su violenta réplica Ornamento y delito, preconizaba el futuro comportamiento estético del diseño.

La experiencia del diseño racionalista del movimiento moderno, en especial desde la lección impartida por la Bauhaus, definió nuevos parámetros de actuación del diseño industrial. El espíritu del funcionalismo se impuso a las futuras generaciones de diseñadores.


Mueble Casablanca de Ettore Sottsass. Creada en 1981 , esta pieza de mobiliario demuestra que el diseño postmoderno ha realizado un desplazamiento oblicuo respecto a la línea del movimiento moderno y ha transgredido su lenguaje, recobrando la capacidad expresiva de las formas y la singularidad de la pieza única frente a la producción a gran escala.  

Arquitectura y diseño, hasta la década transgresora de 1960, siguen la línea impuesta por el funcionalismo y la obra de los grandes maestros, permitiendo individualidades y caracteres específicos en cada país en función de la propia tradición y experiencia, y del grado de desarrollo técnico, cultural o económico. Así, la vanguardia de la modernidad se desliza hacia la proliferación de lo idéntico, hacia la repetición indiferente, una especie de creatividad difusa en la que va desapareciendo la actitud crítica y opositora de la misma vanguardia.

Un cierto conformismo lingüístico se apodera de la herencia racionalista, cuya matriz va logrando resultados débiles y repetitivos. Con independencia de los condicionantes de producción y de mercado, que están en la raíz de este proceso, el diseño ha interrumpido el hilo teórico de sus antecesores. El concepto de "movimiento moderno" y su imagen historiográfica entró en crisis en la década de 1960. A partir de entonces, las tendencias del diseño describen una órbita de retorno y recuperación de modelos pasados transcritos al lenguaje ecléctico y controvertido de la nueva modernidad, del episodio denominado "postmodernidad", realizando un desplazamiento oblicuo respecto al eje direccional de los acontecimientos. Este movimiento de desplazamiento lateral, no de huida, a modo de salto del caballo, estableciendo una analogía con el juego del ajedrez, es típico del procedimiento artístico, una actitud transgresora que permite al lenguaje, debilitado por la cotidianeidad, recobrar la capacidad de comunicación.


Cafeteras La Conica de Aldo Rossi. Creada en 1982, esta máquina de café expreso se caracteriza por su simplicidad de líneas y su estricta funcionalidad. Está construida en acero con apoyo de cobre.  

El mundo de los objetos domésticos -mobiliario, lámparas, objetos para la mesa-, de los productos textiles, cerámicos o electrónicos, al igual que el del diseño gráfico, abandona los recursos del lenguaje minimalista del racionalismo, breve de vocabulario, analítico en sus respuestas y dominado por las líneas rectas, geometría elemental y monocromía, para llevar a cabo un giro excitante hacia el omamentalismo y la recuperación de los valores artísticos del diseño. La apropiación y simulación de motivos historicistas es una de sus estrategias.

El "menos es más" enunciado por Mies van der Rohe, componente esencial del breviario funcionalista, cede lugar al" menos es aburrido"; la supeditación de la forma a la función explicada en la célebre frase de Sullivan "la forma sigue a la función", se transforma en su inversión,"la función sigue a la forma". Este cariz ecléctico del diseño durante las últimas décadas del siglo no supone la restitución pragmática de ningún modelo pasado ni la supresión vandálica de los ideales y premisas del movimiento moderno, sino una nueva vía de actuación, licenciosa y artificiosa, que opta por combinar tradición y vanguardia, artesanía y alta tecnología, funcionalidad y artisticidad, estandarización y producción limitada, comercialización y utopía, elegancia y desaliño, simplicidad y complejidad.


Tapón de botella "Anna Stop 7" de Alessandro Mendini. La reputación del diseño italiano se basó en el desarrollo de una estética exclusiva que trasciende la filosofía de austeridad del Movimiento Moderno y busca el valor expresivo de los objetos. Esta pieza diseñada en 1998 ejemplifica este concepto de unión entre funcionalidad y estética. 



El diseñador deja de ser autor anónimo de aquello que enriquece la cualidad de vida del individuo, para pasar al status de artista, al estrellato de los elegidos.

El carácter socializador del primer diseño industrial, desnaturalizado ya durante los años treinta bajo la presión del styling, pero asumiendo la realidad del diseño como actividad estratégica de ventas en la sociedad consumista, llega en los años ochenta a su momento más eufórico y prolífico. La utilidad directa del diseño se desafía como dogma; aparecen sillas de formas escultóricas realizadas con materiales insólitos -vidrio, cartón encolado-, mesas con patas parecidas a un manillar de bicicleta, metamorfosis o simbiosis en ocasiones teatrales, u objetos domésticos imposibles de utilizar. Al igual que las fachadas se cubren de estucados, dorados y efectistas enyesados, o descomponen su volumetría y estructura lógica buscando nuevas reflexiones sobre la plasticidad o la función de la arquitectura, un radio transistor puede convertirse en una fláccida bolsa de plástico transparente, y los muebles pueden transformarse en objetos poéticos imposibles de clasificar o inspirarse alternativamente en los lenguajes primitivistas y futuristas. El manierismo inyecta atrevimiento a las nuevas premisas, y el diseñador comparte libertad con el artista, los museos exponen piezas de diseño y los diseñadores tantean el mundo de la pintura y la escultura aportando color, expresión y cualidades texturales a sus piezas.


Interior postmoderno de Ferry Farell y Charles Jencks (Londres). Creado en 1988 para una Casa Temática de Kensington. 

La proliferación de este tipo de diseños no funcionales se explica en el contexto de una cultura hedonista, experimental y plural. El diseño ejerce un papel relevante en una época de cambios y los diseñadores asumen un papel estratégico interpretando o sugiriendo las imágenes formales de nuestro tiempo. No hay que olvidar que el mundo del diseño (gráfico, industrial, de interiores, textil, etc.) a partir de la década de 1960 obedece, lógicamente, a intereses económicos y productivos, y es, sin duda, uno de los sectores con más futuro y mayor expansión. En el entorno de la sociedad postindustrial, el diseño es una de las alternativas productivas más convincente. Los industriales van entendiendo, poco a poco, que el buen diseño es una cualidad básica para que sus productos sean competitivos en el mercado de los objetos. Desde el diseño "personal" de un interior al diseño" colectivo" del mobiliario urbano, de un cenicero a un tren de alta velocidad, todo se contempla desde la óptica del diseño de calidad, en el que el factor estético es determinante.


Sillones "Big Soft Easy" y "Rolling Volume" de Ron Arad. Realizados en 1990 con vistoso cromatismo y sugerente morfología, son piezas únicas de potente presencia. Los valores pictóricos y escultóricos, la forma y las texturas de los materiales, imprimen al nuevo diseño de las últimas décadas una gran expresividad. Arte y diseño concilian una vez más sus presupuestos, funden lenguajes y comparten espacio comunicacional. 

A lo largo de la década de 1980 aparecen objetos que, superando las preocupaciones meramente funcionales o incluso poniéndolas en crisis, colocan en primer plano de su interés la expresión de los valores simbólicos, formales, conceptuales o rituales del diseño. Diseños originales, vanguardistas, radicales, como los proyectados desde 1976 por el Studio Alchymia, laboratorio de nuevas ideas fundado por Alessandro Guerrieri y definido como "proyecto de imágenes para el siglo XX". En 1979 presentó su primera colección de muebles y objetos "Bauhaus" con los prototipos y maquetas de Branzi, Michele de Lucchi, Mendini, Daniela Puppa y Ettore Sottsass, entre otros. Al mismo tiempo, Barbara Radice publicó Elogio del Banale. Alchymia prefiere definirse como productora de ideas y no de objetos.


Izquierda Silla Etrusca de Danny Lane (Colección particular). Diseño de 1990, realizado en cristal y acero forjado, en el que la simplicidad y la elegancia se combinan para producir un grato resultado. DerechaSilla Rush de Tom Dixon (Colección particular). Creada en 1990 utilizando acero y fibras de junco, su bajo coste y la matización, unidos al justo diseño, han hecho de esta silla un objeto clásico.   

En 1980 apareció en Milán el grupo Memphis alrededor del polifacético Ettore Sottsass. Desde el comienzo, una de las novedades de Memphis, como movimiento cultural integrado por arquitectos y diseñadores, fue su interés en colaborar con la producción industrial, considerándola como uno de los más importantes elementos canalizadores y promotores de la cultura pública. Pero como productora, Memphis no se sirve de los diseñadores, sino que se pone al servicio de sus intuiciones y visiones, convirtiéndose en una especie de camaleón que se mueve con soltura entre los museos y las grandes galerías, entre el mundo de los negocios y el de la cultura, una experiencia que nadie sabe cómo definir ni descifrar, que sigue un desarrollo insólito estableciendo nuevas relaciones con el público y el mercado. Memphis se caracteriza desde su nacimiento por la efervescencia de sus ideas e iniciativas, y cuenta con gran éxito entre el público y la prensa especializada. Los diseñadores vinculados a esta nueva productora -De Lucchi, Bedin, Thun, Du Pasquier, Zanini, entre otros- actúan como agitadores de ideas y amplían el concepto del diseño cargándolo de información y comunicación, y adecuándolo a las modas y a los gustos. Sottsass, al respecto, apunta: "Hoy, aquello que se hace se consume. Todo aquello que se hace está dedicado a la vida y no a la eternidad". Memphis tiene una personalidad hecha de collage de materiales y de estructuras, de espinas agudas y curvas sexy, de tonos cromáticos agresivos, de formas un poco infantiles que con el tiempo se vuelven más sofisticadas, a la vez que las aristas y los colores se suavizan. Muebles, objetos de iluminación, relojes, piezas de vidrio, estampados ... diseñados sin una pauta precisa, pero con una clara vocación de búsqueda agresiva y radical.


Bañera Edition 1 de Philippe Starck. Las creaciones de este diseñador sorprenden por su humor y mezcla de referencias, asociadas siempre al mundo del cómic o del cine. Las formas de sus piezas de mobiliario u objetos domésticos, como en el caso de esta bañera realizada en 1994, aparentemente absurdas o díscolas, aportan imaginación y nueva funcionalidad al diseño. 

Ettore Sottsass persigue la construcción de una nueva Gesamtkunstwerk, una nueva" obra de arte total", en la que la vida y el arte se entrelazan. Sus diseños encuentran en el placer del juego coloreado y de la presencia mágico-ritual de los objetos una continuidad feliz entre el impulso y el lenguaje. Si el proyecto racionalista puede contemplarse como metáfora del maquinismo, ahora la propuesta metafórica se actualiza: la metáfora del universo electrónico e informático, con la decoración como testigo, juega con la comunicación intercontextual de referencias de lo vivido, retomo de las vanguardias, imágenes extraídas de los medios de comunicación de masas, revalorización de lo banal en la línea del Pop art, etc.

El fenómeno italiano del diseño postmodemo, a pesar de que la etiqueta se cuestiona continuamente al igual que su influencia, conmueve al mundo entero. Entre la monotonía del "modemo"y la efervescencia superficial de lo "neomodemo" o "postmoderno", se van desarrollando y siguen en curso otras búsquedas, tantas, casi, como proyectistas individuales. Su tensión ha girado hacia una recuperación de la complejidad del objeto, más allá del movimiento moderno, o en un intento de ponerlo en relación con las tipologías históricas, a menudo con resultados de un carácter poético sutil y esquivo, con presencias a veces cargadas de memoria y a veces de analogías con formas arquitectónicas. Una de estas búsquedas es la protagonizada por el arquitecto italiano Aldo Rossi que, en 1980, presentaba una forma "análoga", la Cabina dell'Elba, al mismo tiempo arquetipo e imagen autobiográfica, pequeña arquitectura doméstica con muchas funciones posibles. Después ha continuado proyectando objetos que interrogan a la historia y proponen formas que perviven en la memoria, recuperando con la racionalidad del diseño el sentido de la dignidad y de la oportunidad del mueble, hasta llegar a congelar en mármol las líneas de una mesa 1800, como símbolo de repetición frente a la gratuidad de creaciones abstractas.


Tostadora Modelo TT-100. En la década de 1980, se recuperaba en Alemania el espíritu del diseño racional a través de la línea de productos de empresas como Braun, vinculada a la escuela de Ulm. Un ejemplo es esta tostadora

Con los muebles diseñados por Alessandro Mendini, llenos de referencias a un mundo plástico próximo, por ejemplo, a Kandinsky, por encima de la funcionalidad se persigue recrear la capacidad que tienen las formas y los colores de producir relaciones de afecto. Al igual que los muebles polifuncionales de Sottsass, combinan formas sorprendentes y autónomas tratadas de manera epidérmica y ornamental.

Los diseñadores italianos no cesan de idear nuevas formas contra el agotamiento de la repetición. Achille Castiglioni revela metáforas de tono irónico en sus piezas de mobiliario; Luigi Serafini se aproxima a la fantasía zoom órfica en su silla de orejas de conejo. Las formas vivas inspiran otras mueLas piezas, como el perchero "Spiros" de Vico Magistretti, que recuerda un árbol en invierno.

Habría que hablar también del manierismo sofisticado de Hans Hollein, cuyas decoraciones son una perfecta síntesis entre la ostentación de la alta tecnología, la cita historicista, la ironía y la búsqueda de la recreación de ambientes sugerentes.


Mesa y jarro de Shiro Kuramata. Diseño de 1985 realizado en resina sintética y aluminio. Utilizando esencialmente la estética de su país en sus obras, este arquitecto y diseñador japonés incorpora los nuevos materiales aparecidos en el siglo XX y se inclina hacia estilos de la cultura occidental moderna. 

En este esfuerzo por la renovación, la semiótica se mezcla con el arte conceptual desarrollando una amplia obra basada en el" desplazamiento" de significados y significantes, como ocurre en las piezas historicistas diseñadas por Charles Jencks, objetos que no buscan la sinceridad de los materiales o la técnica, ni la superficialidad de motivos del pasado, sino explorar los valores simbólicos, de gratuidad y de juego que en las combinaciones sintácticas de las formas se pueden obtener.

En Gran Bretaña, Derek Frost aloja videos y sistemas de alta fidelidad de los años ochenta en pagodas y tocadiscos de los cincuenta. Ron Arad da vida a extrañas creaciones de acero galvanizado cubierto de plástico, muebles o lámparas, piezas únicas o de producción limitada, que parecen más de la esfera de la ciencia-ficción que, de la doméstica, manifestando una tendencia casi turbadora a fragmentar el material industrial. Danny Lane, nacido en Estados Unidos, pero con estudio en Londres, utiliza el vidrio de modo inusitado y desafiante en piezas únicas, tan barracas de expresión como las sillas de metal de Tom Dixon.


Barra Libre de Josep Llusca. El diseño de aparatos de alta tecnología también reclama soluciones formales y funcionales nuevas. El trabajo en este campo destaca por su estricta metodología y creativa resolución, tal como se aprecia en el diseño de esta bancada audiovisual modular realizada en 2000.

Los diseñadores franceses más interesantes, Pascual Mourgue, Philippe Starck o Jean Nouvel, buscan inspiración en el minimalismo, la aerodinámica y el mundo del cómic. La tradición escandinava sigue la ruta de su aire simple y funcional, adecuado a la producción en pequeña escala, y ofrece conceptos de diseño imaginativos también en el campo de la iluminación o la electrónica, tal es el caso de Ahlström, Andersen y Jensen. El diseño alemán combina elegancia e innovación tecnológica en productos con frecuencia deudores aún del espíritu Bauhaus; el equipo de diseño de los productos Braun actualiza esta constante, y las sutiles lámparas de Maurer dan una nueva dimensión a la tradición alemana.

Robert Venturi ironiza las formas tradicionales y Michael Graves celebra su poshnodernidad en cada objeto que diseña. La obra de Holl evoca en muebles de armadura de acero y líneas verticales la imagen de los rascacielos. Los diseños de Frank O. Gehry se exponen en todos los museos del mundo como imagen de las tendencias más atrevidas y renovadoras del diseño de la década de 1990.

El panorama japonés está sustantivado por nombres de reconocimiento internacional. Isozaki practica deliberadamente el eclecticismo en muebles de formas imprecisas que combinan tecnología y sofisticación, a la vez que Shinohara invierte la corriente megaestructural creando mobiliario de apariencia ligera y engañosa simplicidad geométrica. Kuramata aloja pequeños circuitos integrados de plástico Led bajo la superficie de vidrio coloreada de la mesa "Blues in the Night", o evoca las cualidades de la luz natural o artificial en la malla metálica de sus butacas y sillas.

Taburete Dúplex de Xavier Mariscal. A partir de la década de 1980, el diseño industrial español consigue un alto nivel de competitividad en el panorama internacional. Un ejemplo de este proceso es el amplio espectro de los trabajos realizados por el polifacético diseñador valenciano. 



No siempre la clave histórica o poética que siguen los proyectistas se traduce en formas sorprendentes y mpturistas, como las formas rotas de apariencia inestable diseñadas por Paolo Pallucco y Mireille Rives, Zana Hadid o Borek Sipek. La simplicidad formal, los materiales tradicionales, la belleza de la línea, la expresión de una funcionalidad son también ingredientes básicos en los diseños de lámparas de Kurokawa, los muebles de Bellini o las piezas de mesa de Magnussen.

El diseño español emerge a partir de la década de 1980 proyectándose internacionalmente, y la colaboración de las instituciones y empresas modelo en el campo de la producción hace más fácil este despegue. El diseño juega un papel de ariete del proceso de modernización social y económica del país y actua como uno de los ejemplos más visibles de la nueva sintonía entre las producciones culturales españolas e internacionales. Nombres propios destacan en el campo del mobiliario, en especial a partir de las piezas diseñadas por Pedro Miralles, Pete Sans, Gemma Bernal y Ramon Isern, Osear Tusquets, Jorge Pensi, Alberto Liévore, Vicente Blasco o Josep Llusca, entre los seguidores de la línea más exquisita y original del diseño español. Una tendencia más radical en el tratamiento de las formas y su conceptualización postmoderna la representan los trabajos de Xavier Mariscal, Santiago Calatrava, Pepe Cortés y el grupo Transatlántic (Benedito-Morillas-Puig).

El diseño industrial más vinculado con los avances de la tecnología y sus aplicaciones en los aparatos electrónicos, instrumental técnico, máquinas y herramientas, equipamientos urbanos, etc., en una línea más tecnicista y empresarial que esteticista, apunta hacia la labor realizada por Ramon Benedito, Ramon Bigas, Guillermo Capdevila, Esteve Agulló o Santiago Miranda, entre otros diseñadores.


⇨ Pantalla B-10.000 de Ramon Benedito. Pantalla acústica omnidireccional, diseñada en 1980 para Vieta, que marcó un hito en su época a nivel internacional. Estos altavoces recreaban un sonido tridimensional a través de tan solo dos canales de sonido, jugando con la reflexión del sonido en las paredes adyacentes. 

Al igual que ocurre internacionalmente, el nivel del diseño español encuentra su parangón en el ámbito de la creación gráfica. ilustraciones de Peret y Xavier Mariscal; diseños de identidad corporativa realizados por Alberto Corazón, J. M. Cruz Novillo y Arcadi Moradell; carteles de América Sánchez y Albert Isem; portadas de Enrie Satué y Daniel Gil; imágenes de comunicación visual creadas por Yves Zimmermann, Josep M. Trias y Lluís Pau, entre otros muchos, son excelente muestra de la línea de normalización del diseño español próximo a las tendencias europeas contemporáneas y singular en sus aportaciones.

En la última década el diseño también se ha afianzado en el plano institucional, pedagógico y profesional. Muestra de ello es la aparición de nuevas generaciones de creadores formados en las escuelas de diseño y su normalización como servicio regular a las empresas. Tal normalización no ha agotado, sin embargo, el impulso cultural que caracteriza, desde sus orígenes, al diseño. Las creaciones más recientes que emergen en este cambio de siglo a una completa revisión del papel del diseñador, de las relaciones entre el diseño y los medios tecnológicos y del valor social del diseño. La experimentación con los nuevos medios y los nuevos materiales, la preocupación etnográfica por el papel del usuario o la calidad ecológica de los productos y los mensajes han inspirado las aportaciones de colectivos de creadores y editoras de diseño como los holandeses de Droog Designo la alemana Authentics. Su influencia se ha dejado sentir también en el diseño catalán y español con nombres como Martí Guixé, Luki Huber, Martín Azua o Curro Claret. Estos nombres constituyen buenos ejemplos del vigor intelectual y testimonial del diseño, de la disolución de fronteras disciplinares entre el diseño y el arte y de cómo se ha dado un nuevo énfasis a la experim2ntación interdisciplinar como sucedió en Europa a principios del siglo XX. La elipse ha recorrido su trayectoria, el futuro sigue ante nosotros.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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